Brutal recorrido para lo que dan mis pedales (y eso que voy mejorando de forma notable) y sensacional en lo relativo al entorno. Obtuve la reseña para esta excursión para realizar con la bicicleta de montaña en el libro “50 itineraris en BTT per Catalunya” de Manel Cajide i Plaza. Este itinerario que realicé el miércoles con mi amigo Román es el número 18 del libro.
Las cifras son estas, según GPS: 39,10 Km., 1.457 m. de desnivel acumulado y 3.927 calorías gastadas.
Ya lo dice el autor del libro (traduzco del catalán): “… aunque pueda parecer duro, lo es relativamente, ya que, al no tener grandes cambios de ritmo, las piernas no se cargan excesivamente. Eso no evitará que sudemos la cansalada y mucho…”. Lo de la cansalada no se traducirlo, pero puede expresarse como "sudar por un tubo".
De ”dureza relativa” nada. Una buena paliza compensada por un recorrido fabuloso (ahora en primavera es el momento óptimo) a través de bosques que van cambiando a medida que se va ganando altura. Abundante agua, humedad en el ambiente (en la parte alta estábamos ya en medio de las nubes, esas nubes y esa niebla que se forma muy a menudo en las laderas del Montseny y que fue una de las causas del accidente de aviación que ocurrió muy cerca del lugar por donde pasamos) y frondosos bosques. En la parte baja pinos y encinas (con árboles con su tronco pelado al haberse sacado su corteza para fabricar corcho) y en la parte alta el hayedo más bonito de Catalunya (ver las fotos). Tengo entendido que es el más grande al sur de Europa.
El tramo inicial de subida, desde Gualba hasta el Collet de Gran Prat, cerca de Riells, es durillo de verdad, ya que en 3 km. se suben más de 300 metros. Después se respira un poco, bajando incluso hasta Riells, donde paramos a reponer fuerzas en la preciosa iglesia (ver foto). A partir de este pueblo la subida es sin perdón. Al principio no es muy dura, pero poco a poco se endurece y de vez en cuando hay tramos del 14% (o mini murillos de más porcentaje incluso). En la parte alta, en dos de ellos, puse el pie a tierra porque ya no podía más. Suerte que la belleza del hayedo final ayuda al esfuerzo.
En Santa Fe del Montseny, final de la ascensión, (la cota máxima esta en 1.159 m. de altitud y se parte de 186 m.) se toma la carretera asfaltada de descenso hacia Campins. Un descenso glorioso de los que quedan grabados: ¡no se da pedal en 16 Km! Pasé mucho frío bajando (y llevaba ropa) hasta que a mitad de la bajada salimos de la nube y el sol nos revivió un poquillo. El hambre era canina y cuando llegué a Campins, Román que baja más rápido, ya estaba preguntando por un restaurante. Comimos de maravilla en Can Pons, que está justo al lado de la Penya Blaugrana, que feliz como un anís después de que el Barça eliminase al Real Madrid, había llenado de banderas las calles.
El recorrido de Campins a Gualba es ahora una pista asfaltada, lo que nos hizo equivocarnos unos metros y tuvimos que volver sobre nuestros pasos, como puede comprobarse en el track que grabé y muestro en una foto. En las afueras de Campins se halla la casa de Serafí Pitarra, poeta y dramaturgo del siglo XIX.
Notas:
(1) Al hayedo se puede llegar caminando una corta distancia desde la carretera. Aparcar justo en el desvío al restaurante de Santa Fe y tomar la pista que se inicia en ese punto.
(2) Justo en ese sitio hay una casa. Es un centro de información. Tiene en su acceso tres grandes árboles. ¿Son secuoyas? Lo interesante es que los árboles son tan enormes que tienen montadas vías ferradas a lo largo de su tronco, con cable asegurador y barras clavadas en el tronco (ver foto). Increíble. Cosimo, el “Barón rampante” de Italo Calvino, sería feliz en este bosque.
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Las cifras son estas, según GPS: 39,10 Km., 1.457 m. de desnivel acumulado y 3.927 calorías gastadas.
Ya lo dice el autor del libro (traduzco del catalán): “… aunque pueda parecer duro, lo es relativamente, ya que, al no tener grandes cambios de ritmo, las piernas no se cargan excesivamente. Eso no evitará que sudemos la cansalada y mucho…”. Lo de la cansalada no se traducirlo, pero puede expresarse como "sudar por un tubo".
De ”dureza relativa” nada. Una buena paliza compensada por un recorrido fabuloso (ahora en primavera es el momento óptimo) a través de bosques que van cambiando a medida que se va ganando altura. Abundante agua, humedad en el ambiente (en la parte alta estábamos ya en medio de las nubes, esas nubes y esa niebla que se forma muy a menudo en las laderas del Montseny y que fue una de las causas del accidente de aviación que ocurrió muy cerca del lugar por donde pasamos) y frondosos bosques. En la parte baja pinos y encinas (con árboles con su tronco pelado al haberse sacado su corteza para fabricar corcho) y en la parte alta el hayedo más bonito de Catalunya (ver las fotos). Tengo entendido que es el más grande al sur de Europa.
El tramo inicial de subida, desde Gualba hasta el Collet de Gran Prat, cerca de Riells, es durillo de verdad, ya que en 3 km. se suben más de 300 metros. Después se respira un poco, bajando incluso hasta Riells, donde paramos a reponer fuerzas en la preciosa iglesia (ver foto). A partir de este pueblo la subida es sin perdón. Al principio no es muy dura, pero poco a poco se endurece y de vez en cuando hay tramos del 14% (o mini murillos de más porcentaje incluso). En la parte alta, en dos de ellos, puse el pie a tierra porque ya no podía más. Suerte que la belleza del hayedo final ayuda al esfuerzo.
En Santa Fe del Montseny, final de la ascensión, (la cota máxima esta en 1.159 m. de altitud y se parte de 186 m.) se toma la carretera asfaltada de descenso hacia Campins. Un descenso glorioso de los que quedan grabados: ¡no se da pedal en 16 Km! Pasé mucho frío bajando (y llevaba ropa) hasta que a mitad de la bajada salimos de la nube y el sol nos revivió un poquillo. El hambre era canina y cuando llegué a Campins, Román que baja más rápido, ya estaba preguntando por un restaurante. Comimos de maravilla en Can Pons, que está justo al lado de la Penya Blaugrana, que feliz como un anís después de que el Barça eliminase al Real Madrid, había llenado de banderas las calles.
El recorrido de Campins a Gualba es ahora una pista asfaltada, lo que nos hizo equivocarnos unos metros y tuvimos que volver sobre nuestros pasos, como puede comprobarse en el track que grabé y muestro en una foto. En las afueras de Campins se halla la casa de Serafí Pitarra, poeta y dramaturgo del siglo XIX.
Notas:
(1) Al hayedo se puede llegar caminando una corta distancia desde la carretera. Aparcar justo en el desvío al restaurante de Santa Fe y tomar la pista que se inicia en ese punto.
(2) Justo en ese sitio hay una casa. Es un centro de información. Tiene en su acceso tres grandes árboles. ¿Son secuoyas? Lo interesante es que los árboles son tan enormes que tienen montadas vías ferradas a lo largo de su tronco, con cable asegurador y barras clavadas en el tronco (ver foto). Increíble. Cosimo, el “Barón rampante” de Italo Calvino, sería feliz en este bosque.
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