Dicen los entendidos que esta obra de Bach es la cumbre de la música clásica y especialmente del piano. Se trata de un aria que se procede a variar 30 veces seguidas (la melodía no es la misma, pero el fondo armónico sí), para acabar finalmente con el aria inicial. Total 32 pequeñas obras con una duración de 50 minutos que se tocan de forma continuada con pausas ínfimas.
Tuvimos el privilegio de asistir el lunes por la noche en el Auditorium a la interpretación de esta obra (asignatura pendiente) por el alemán Martin Stadtfeld (cuyas formas, andares y físico me recuerdan mucho al Anthony Perkins de Psicosis), que con tan sólo 28 años se ha hecho acreedor a ser posiblemente el mejor interprete mundial de esta obra.
Sorprenden que cada una de las variaciones, interpretando el mismo fondo armónico, no tengan absolutamente nada que ver con otra. Los ritmos son de lo más variado. Dificultad elevada en alguna de las variaciones ya que fueron compuestas para clave de doble teclado pero hoy en día se tocan al piano.
Esta interpretación es una demostración de las capacidades del ser humano. Memorización absoluta y una interpretación sin la más mínima concesión al error. Se está ante la perfección. No quiero pensar en la educación que ha recibido (a los 9 años dió su primer concierto) para conseguir una máquina tan perfecta con lo joven que es. Pero verlo salir a saludar ya lo dice todo. Las 15 veces que salió fueron una repetición absolutamente perfecta de los mismos gestos, pasos y movimientos de las manos. Alucinante.
Martin Stadfeld nos obsequió con cuatro pequeñas obras adicionales ante los abrumadores aplausos, casi todas ellas de Bach, ya que se ha especializado en este autor.
Para dar envidia: fila 2.
La sala casi llena.
Podéis verlo tocar en su página (ponerla en inglés) en Impressions y clicar en el Festival de Lucerna 2005.
Tuvimos el privilegio de asistir el lunes por la noche en el Auditorium a la interpretación de esta obra (asignatura pendiente) por el alemán Martin Stadtfeld (cuyas formas, andares y físico me recuerdan mucho al Anthony Perkins de Psicosis), que con tan sólo 28 años se ha hecho acreedor a ser posiblemente el mejor interprete mundial de esta obra.
Sorprenden que cada una de las variaciones, interpretando el mismo fondo armónico, no tengan absolutamente nada que ver con otra. Los ritmos son de lo más variado. Dificultad elevada en alguna de las variaciones ya que fueron compuestas para clave de doble teclado pero hoy en día se tocan al piano.
Esta interpretación es una demostración de las capacidades del ser humano. Memorización absoluta y una interpretación sin la más mínima concesión al error. Se está ante la perfección. No quiero pensar en la educación que ha recibido (a los 9 años dió su primer concierto) para conseguir una máquina tan perfecta con lo joven que es. Pero verlo salir a saludar ya lo dice todo. Las 15 veces que salió fueron una repetición absolutamente perfecta de los mismos gestos, pasos y movimientos de las manos. Alucinante.
Martin Stadfeld nos obsequió con cuatro pequeñas obras adicionales ante los abrumadores aplausos, casi todas ellas de Bach, ya que se ha especializado en este autor.
Para dar envidia: fila 2.
La sala casi llena.
Podéis verlo tocar en su página (ponerla en inglés) en Impressions y clicar en el Festival de Lucerna 2005.
1 comentario:
Tant com t´agrada la clàssica suposo que has escoltat les dues gravacions magistrals que va fer el Glenn Gould al 1955 i 1982, per a mí entusiasmants. Intentaré aconseguir la del paio aquest. Salutacionss Kim, com veus segueixo llegin-te. Aviam si l´any vinent ens podem ficar en una hipoteca i tenir casa d´una punyetera vegada!
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