Como los muchachos y muchachas ya vienen como vienen, la pared a mediodía ha sido declarada como “chupada” y hemos acabado escalando quintos y cuartos en
Día muy agradable, aunque las predicciones son de cambio brutal (frente polar) en los próximos días. Pobres almendros…
Da gusto estar con gente tan joven. A excepción de los que tienen el privilegio de estar con ellos diariamente (ya sé que algún profe me dirá que eso del privilegio…), el resto de los mortales, una vez educan a sus hijos ya no tienen el placer de conectar con la gente joven.
Este placer aumenta cuando tienes delante a personas, que tan jóvenes, son ya un prodigio físico. Y no es un tema de fuerza. Hoy lo he visto con una de las alumnas, Claudia, todo un portento de elasticidad y de equilibrio. Era su primer día de escalada y parecía que lo había hecho toda su vida. Iba tan de prisa que no me daba tiempo a recuperar la cuerda y no cometía el más mínimo error. Hay personas que dominan el cuerpo de forma sorprendente ya a esta edad. Claudia además hace karate y danza.
Si no haces de profe no puedes ver estos portentos y disfrutar de la alegría que tienen de vivir. Más felices no han podido volver a casa. (Por cierto, el miedo ha sido inexistente).
Hace tan solo diez años lo de hoy habría sido imposible. Nosotros mismos nos autolimitamos y reducimos las posibilidades de los más pequeños. Dejar a una chica de doce años hacer un V en un cursillo de iniciación habría sido tildado de sadismo, y ya véis…
Arriba: foto de parte del grupo (yo estoy a la derecha), esperando para bajar con el funicular. Abajo, izquierda, la pared de Sant Joan. En el centro, uno de los excelentes alumnos y Helena, y a la derecha puede verse a Claudia, con pantalón rojo, empezar una vía. Perfectamente puesta en la pared.
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