Recuerdo que en la película muda de Fritz Lang (un hito en
la historia del cine, año 1927), Metropolis, cuya trama es una distopía urbana,
los cielos están poblados de objetos volantes. Así se veía el futuro, un futuro
horroroso y dentro del horror es que los cielos esten poblados de
cacharros volantes.
Muchas obras de ciencia ficción nos han mostrado que en el
futuro los coches volarán. Lo podemos ver en Blade Runner o en Minority Report. Pero no. Los coches están hechos para disfrute (o
padecimiento) de los currantes y los aires se reservan para los ricos,
los militares, la policía y las empresas. Por otra parte el transporte va a evolucionar por derroteros muy diferentes.
Ya vamos viendo como el uso de los drones, aviones sin piloto, está siendo ya abusivo por parte de los EE.UU., sin importarles que su
uso esté plagado de errores y así se asesine a civiles un día tras otro. Y es que a través de
una pantalla, como si fuese un videojuego, matar es una nimiedad. El Gobierno español, más ético (es broma), prefiere las cuchillas a los drones.
Veremos su utilización por los Gobiernos, en especial la
policía, para intentar abortar las manifestaciones y para otros usos como la
defensa de fronteras (en la medida que se quiera o no dejar entrar mano de obra
barata) o para acabar con los grafiteros.
Los veremos vigilando contrabando de armas y movimientos de
narcotraficantes y la ONU los utilizará en países con miseria en zonas de difícil
acceso para abastecerlos de comida y medicamentos.
La agricultura será uno de los sectores que se podrían
beneficiar de estos aparatos. Se está explorando la posibilidad de emplearlos
para monitorizar los cultivos y vigilar que no desarrollen enfermedades. Sin
embargo, lo que resulta más llamativo es el uso que se puede hacer en
ganadería, pues los drones con cámaras podrían servir para el pastoreo de rebaños
(los pastores deberán tener el título de piloto).
La Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en su sede de
los Pirineos, ha llevado a cabo pruebas para identificar y documentar
patrimonio arqueológico. Los aparatos podrían también controlar que no se
practique el vandalismo en estos emplazamientos, y como de la exploración a la
vigilancia sólo hay un paso, los drones son capaces de monitorizar entornos
naturales. Esto incluye controlar volcanes, con el fin de conocer cuándo se
producirá una erupción, o detectar incendios forestales prematuramente.
Prevenir actividades ilegales, como la caza furtiva, es otro de los usos
viables.
Pero el uso en el campo empresarial puede ser tremendo. Amazon ha sido la primera oficialmente (aunque ya se le habían adelantado) en abrir la veda y ha indicado que los va a
utilizar para sus entregas. Y aquí viene el peligro, ya que una empresa de pizzas ya ha hecho prácticas de entregas. Gran negocio a la vista éste de los drones si acaba siendo utilizado en plan salvaje. Comprar uno es algo fácil, aunque es de esperar que la ley impida el desmadre, ya que por ejemplo pueden llevar el dinero negro a Gibraltar o Andorra en un plis-plas. Las utilizaciones perversas pueden ser infinitas.
Pronto leeremos que un drone ha caído en la cabeza de
alguien (véase como los utilizan ya para bodas) o que ha chocado en pleno vuelo con un avión de pasajeros, con terribles
consecuencias.
Montañas infestadas de antenas, colinas llenas de
aerogeneradores, campos llenos de placas fotovoltaicas y ahora cielos llenos de
grandes abejorros molestos. Maravillosa evolución tecnológica. Pronto los desiertos serán lugares de desintoxicación masiva.
Como es muy largo, mejor ver imágenes de este film utilizadas por Fred Mercury (Queen) en su vídeo clip Radio Ga-Ga.
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