Como tengo título náutico (Patrón de yate), en su día me
chupé nueve asignaturas para obtener dicha titulación. En una de ellas (no me
acuerdo cual) se estudiaba el mar y especialmente la navegación con mala mar, donde el enemigo número uno no es
el mar en sí, sino la tierra. Nada mejor que estar lejos de tierra en un temporal. Grandes naufragios han ocurrido cuando a barcos a motor (por ejemplo, grandes
petroleros) que navegan cerca de la costa, se les averían las máquinas. Esto es
lo que le ocurrió al Prestige, que acabó en tierra, naufragando.
En una mar con temporal hay que “correrlo”, es decir,
navegar con las olas de popa, así el barco navegará no enfrentándose a las olas…
siempre que no nos lleve a tierra. Naturalmente “correr” un temporal nos puede
llevar a donde no queremos, pero eso siempre es mejor que no acabar en el fondo
del mar, aunque cuando el mar es "confuso", es decir, las olas ya están desorganizadas y vienen de cualquier dirección, entonces es mejor rezar.
Veía hoy las imágenes del temporal de mar que hay en la costa norte española. Ver que un restaurante en la orilla, que llevaba 44 años construido, ha
sido barrido literalmente, nos da idea de que se ha producido un temporal de magnitud histórica.
Pues bien, con un mar así no han faltado los ignorantes (y
suicidas) que se han acercado a lugares muy peligrosos e incluso hay imágenes de como una ola da de lleno en un gran grupo de personas, por suerte sin
consecuencias. En otra imagen vemos a tres personas en un espigón corriendo
gran peligro.
Y ¿por qué es tan peligroso acercarse a un mar con olas de
estas dimensiones?
Voy a intentar explicarlo. En un mar donde se estén
produciendo olas de (p.ej.) 10 metros, se producirán matemáticamente n1 olas de
11 metros, n2 olas de 12 metros y así sucesivamente, hasta llegar a un máximo,
pongamos n9 de 20 metros. Naturalmente n1 será mayor que n2 y así
sucesivamente. Es decir el número de olas “desproporcionadas” se irá
reduciendo. Pero es un hecho que al final se generará una superola de 20 metros
(por decir algo, ya que este número se puede obtener matemáticamente y ahora no
me acuerdo de la fórmula).
Muchas veces hemos visto como un pesquero ha naufragado
porque le llegó “un fuerte golpe de mar” que lo tumbó. Sencillamente, tuvo mala suerte al encontrarse con la superola. La película “La tormenta perfecta”
reflejaba muy bien esto.
Cuando en los faros había fareros en vez de sistemas
automáticos comunicados por telefonía (que es lo que hay ahora), podían
atestiguar que la superola no era un fenómeno raro. Siempre se acababa viendo
una ola que incluso pasaba por encima del faro.
Por eso cuando veo a la gente arrimarse a la orilla con un
mar embravecido pienso en lo atrevida que es la ignorancia y como están
comprando números de lotería. Ya vimos no hace mucho como una familia desaparecía en Galicia de esta forma.
Ya lo sabéis. La superola es cuestión de lotería. No apostéis.
Y nada mejor que aprovechar la ocasión para comparar esto con lo que ocurre en los mercados financieros, donde de vez en cuando se produce la superola, o sea el crack, el cisne negro.
El libro (un clásico) para estudiar como navegar con mala mar es éste.
Y nada mejor que aprovechar la ocasión para comparar esto con lo que ocurre en los mercados financieros, donde de vez en cuando se produce la superola, o sea el crack, el cisne negro.
El libro (un clásico) para estudiar como navegar con mala mar es éste.
Y un poco de humor naval
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