Las diferentes formas de ascender una montaña nos proporcionan facetas diferentes de ella. De hecho solo coinciden en la cumbre. Por lo tanto cada ruta es en sí una montaña diferente.
En esta ocasión ha sido el Matagalls el que en pocos días me ha proporcionado disfrutarlo de dos formas bien diferentes. Hace unos días desde el Este (el año pasado desde el Oeste) y ahora desde el Noroeste, desde el Coll de Bordoriol (1.089 m.)
Como soy un copión vi que mis colegas se fueron allí el otro día, en que, una vez más, los meteorólogos daban un día inútil para la escalada y mira por donde pillaron el agujero justo para hacer esta ascensión.
Y es que se hace en un momento, aunque la variante que seguí (siguiendo los dictados de mis colegas) fue por la Font dels Mosquits, más exigente (pero baje por la carena, que he de cuidar mis rodillas).
Analizando los datos de mi GPS veo que la forma física va a más, ya que al trasladarlos al ordenador (programa CompeGPS) me da la potencia media y punta utilizada y este es el mejor registro del año, hasta el momento.
El Pirineo está imposible, vista la nieve recién caída que se añade a la mucha que aún quedaba. Vaya lata este mes de Junio. Por lo tanto obligado hacer algo próximo y rápido, porque como puede verse en las fotos, también las nubes amenazaban.
Anécdotas. Me encontré al ejército en prácticas, con fusiles, ropa de camuflaje (yo iba todo lo contrario, de amarillo y pantalón rojo, muy nacional), emisoras y mochilas como armarios, cuando llegaba a la cumbre. Muchos, sudamericanos, con los guantes puestos y pelados de frío. Y es que hacía rasca de verdad. Increíble la temperatura para esta época del año. Me tuve que poner el forro.
También tuve visita femenina solitaria, de esas de hola y adiós, como puede verse en una de las fotos, abandonando la mujer la cumbre.
Y otra. Nunca me había mirado la placa que hay bajo la cruz y es en memoria de Jaume Oliveras, aquel famoso cura-escalador de principios del siglo XX, que nos dejó el relato escrito (Els llamps de la Maleida) de la tragedia del Aneto en la que murió fulminado por un rayo en el paso de Mahoma el guarda de La Renclusa, Sayó. La placa conmemora que Oliveras fue el primer en hacer y relatar lo que hoy es una travesía clásica (y multitudinaria) en Catalunya, la travesía Matagalls-Montserrat.
Cuento en mi biblioteca con un precioso libro (papel de hilo) editado en 1917 con el poema de Verdaguer, Canigó, pero únicamente con los poemas relativos a “La Malehida (Maladetta)” en cinco idiomas y acompañado de fotografías de la Maladeta de aquellos tiempos. Pero lo mejor de todo es que la obra tiene en su primera página una dedicatoria y es de puño y letra de Jaume Oliveras, quien le dedica el libro a Joseph Domenech en agradecimiento por sus trabajos en la capilla de La Virgen de las Nieves, que está a pocos pasos de La Renclusa.
Llegué a casa a tiempo para ver la debacle de la “Roja”. Con suerte aún nos ahorraremos una pasta.
En esta ocasión ha sido el Matagalls el que en pocos días me ha proporcionado disfrutarlo de dos formas bien diferentes. Hace unos días desde el Este (el año pasado desde el Oeste) y ahora desde el Noroeste, desde el Coll de Bordoriol (1.089 m.)
Como soy un copión vi que mis colegas se fueron allí el otro día, en que, una vez más, los meteorólogos daban un día inútil para la escalada y mira por donde pillaron el agujero justo para hacer esta ascensión.
Y es que se hace en un momento, aunque la variante que seguí (siguiendo los dictados de mis colegas) fue por la Font dels Mosquits, más exigente (pero baje por la carena, que he de cuidar mis rodillas).
Analizando los datos de mi GPS veo que la forma física va a más, ya que al trasladarlos al ordenador (programa CompeGPS) me da la potencia media y punta utilizada y este es el mejor registro del año, hasta el momento.
El Pirineo está imposible, vista la nieve recién caída que se añade a la mucha que aún quedaba. Vaya lata este mes de Junio. Por lo tanto obligado hacer algo próximo y rápido, porque como puede verse en las fotos, también las nubes amenazaban.
Anécdotas. Me encontré al ejército en prácticas, con fusiles, ropa de camuflaje (yo iba todo lo contrario, de amarillo y pantalón rojo, muy nacional), emisoras y mochilas como armarios, cuando llegaba a la cumbre. Muchos, sudamericanos, con los guantes puestos y pelados de frío. Y es que hacía rasca de verdad. Increíble la temperatura para esta época del año. Me tuve que poner el forro.
También tuve visita femenina solitaria, de esas de hola y adiós, como puede verse en una de las fotos, abandonando la mujer la cumbre.
Y otra. Nunca me había mirado la placa que hay bajo la cruz y es en memoria de Jaume Oliveras, aquel famoso cura-escalador de principios del siglo XX, que nos dejó el relato escrito (Els llamps de la Maleida) de la tragedia del Aneto en la que murió fulminado por un rayo en el paso de Mahoma el guarda de La Renclusa, Sayó. La placa conmemora que Oliveras fue el primer en hacer y relatar lo que hoy es una travesía clásica (y multitudinaria) en Catalunya, la travesía Matagalls-Montserrat.
Cuento en mi biblioteca con un precioso libro (papel de hilo) editado en 1917 con el poema de Verdaguer, Canigó, pero únicamente con los poemas relativos a “La Malehida (Maladetta)” en cinco idiomas y acompañado de fotografías de la Maladeta de aquellos tiempos. Pero lo mejor de todo es que la obra tiene en su primera página una dedicatoria y es de puño y letra de Jaume Oliveras, quien le dedica el libro a Joseph Domenech en agradecimiento por sus trabajos en la capilla de La Virgen de las Nieves, que está a pocos pasos de La Renclusa.
Llegué a casa a tiempo para ver la debacle de la “Roja”. Con suerte aún nos ahorraremos una pasta.
Fotos: Arriba la inmensa cruz de la cumbre. Abajo, el coll Pregó con placa en memoria de Pau Casals, exhuberante de verde esta lluviosa primavera. Las otras son en la cumbre con foto de la placa homenaje.
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