Siguen saliendo las cosas medio torcidas. El sábado fui a un sitio totalmente nuevo para mí. Eso es bueno, ir descubriendo lugares magníficos para escalar. Se trata del pueblo de Malanyeu en pleno Pirineo, en un valle escondido antes de llegar a Bagá, al otro lado del embalse de la Baells. Nada hace pensar que cuando estas en el pantano, con la horrible central térmica a la vista, pueda existir un lugar tan precioso tan cerca.
Eso sí, la carretera sube ¡y de que forma! Aquí os quiero ver ciclistas.
Subí con Xavi Díez y quedamos con Carlos para desayunar en el Rosal, antes de llegar a Berga. Ahora, con la autovía, se ha vuelto realmente complicado entrar en el pueblo.
A veces se produce la conjunción de los planetas y el sábado, tanto Xavi como yo estrenábamos cuerda de 8,5. Igualitas, pero violeta la suya y amarilla la mía.
Y ya en el pueblo, desprecintando la cuerda con la navaja, me di un tajo de mil demonios. La navaja suiza que tengo es fina de verdad. No se trataba de un corte, aquello era una auténtica puñalada entre el dedo gordo y el índice. Un lugar del cuerpo que no reposa nunca, como para evitar que saliera sangre como por un porrón. Y Carlos que es de los que se marea nada más verla…
Echándole ganas y una tirita que me dieron (único auxilio médico disponible) con un poco de alcohol, nos fuimos para la preciosa pared que hay enfrente del pueblo. Y es que aquello hay que escalarlo aunque te desangres.
La revista de la FEEC, Vertèx, publicó durante el verano un resumen de las vías existentes y el lugar ha estado muy concurrido, cosa que ocurre siempre que aparecen reseñas en las revistas. Desde esa fecha aún se han abierto más vías. Y a una de ellas, en la pared dels Devesos, nos fuimos: La Carla se’n va a la Selva, aunque salimos por la variante izquierda (V - ver foto reseña).
Buen calcáreo el de esta zona, que aparenta ópticamente tener más presas de las que realmente luego te encuentras, pero disfrutón, a pesar de que en esta pared los arbustos crecen profusamente en plena tapia, dificultando la escalada y los rápeles. De ahí el nombre de la vía. La primera reunión de la La Carla se halla justo cruzando un verdadero árbol.
La mano resistió con dificultad la escalada. Pero el rapel, no. Apretar el shunt ya era pedir demasiado (véase en el clip lo que me cuesta montarlo y como voy a tirones – el saludito es para despistar-). Y rapelar sin él, con la dificultad de los arbustos, era desaconsejable. Llegué abajo con shunt, mosquetón y todo lo que lo rodeaba teñido de color rojo. Mejor dejarlo estar. Me fui para el pueblo a hacer fotos (se ve el Pedraforca) y dejar cicatrizar el navajazo. Y la previsión metereológica que predecía lluvia a la tarde, llegó sin falta. Mis colegas sólo pudieron hacer dos largos de la vía Montse Curto y para casa, pasando otra vez por el Rosal.
Se agradece la soledad que disfrutamos, ya que sólo había dos cordadas más que ni las vimos. Sólo me encontré con una de ellas en el pueblo: era Pepe Guerrero, que se había hecho la Stoc de Coc, pero cambiando el tercer largo. Y es que el tramo final de la Stoc de Coc es 6b.
Eso sí, la carretera sube ¡y de que forma! Aquí os quiero ver ciclistas.
Subí con Xavi Díez y quedamos con Carlos para desayunar en el Rosal, antes de llegar a Berga. Ahora, con la autovía, se ha vuelto realmente complicado entrar en el pueblo.
A veces se produce la conjunción de los planetas y el sábado, tanto Xavi como yo estrenábamos cuerda de 8,5. Igualitas, pero violeta la suya y amarilla la mía.
Y ya en el pueblo, desprecintando la cuerda con la navaja, me di un tajo de mil demonios. La navaja suiza que tengo es fina de verdad. No se trataba de un corte, aquello era una auténtica puñalada entre el dedo gordo y el índice. Un lugar del cuerpo que no reposa nunca, como para evitar que saliera sangre como por un porrón. Y Carlos que es de los que se marea nada más verla…
Echándole ganas y una tirita que me dieron (único auxilio médico disponible) con un poco de alcohol, nos fuimos para la preciosa pared que hay enfrente del pueblo. Y es que aquello hay que escalarlo aunque te desangres.
La revista de la FEEC, Vertèx, publicó durante el verano un resumen de las vías existentes y el lugar ha estado muy concurrido, cosa que ocurre siempre que aparecen reseñas en las revistas. Desde esa fecha aún se han abierto más vías. Y a una de ellas, en la pared dels Devesos, nos fuimos: La Carla se’n va a la Selva, aunque salimos por la variante izquierda (V - ver foto reseña).
Buen calcáreo el de esta zona, que aparenta ópticamente tener más presas de las que realmente luego te encuentras, pero disfrutón, a pesar de que en esta pared los arbustos crecen profusamente en plena tapia, dificultando la escalada y los rápeles. De ahí el nombre de la vía. La primera reunión de la La Carla se halla justo cruzando un verdadero árbol.
La mano resistió con dificultad la escalada. Pero el rapel, no. Apretar el shunt ya era pedir demasiado (véase en el clip lo que me cuesta montarlo y como voy a tirones – el saludito es para despistar-). Y rapelar sin él, con la dificultad de los arbustos, era desaconsejable. Llegué abajo con shunt, mosquetón y todo lo que lo rodeaba teñido de color rojo. Mejor dejarlo estar. Me fui para el pueblo a hacer fotos (se ve el Pedraforca) y dejar cicatrizar el navajazo. Y la previsión metereológica que predecía lluvia a la tarde, llegó sin falta. Mis colegas sólo pudieron hacer dos largos de la vía Montse Curto y para casa, pasando otra vez por el Rosal.
Se agradece la soledad que disfrutamos, ya que sólo había dos cordadas más que ni las vimos. Sólo me encontré con una de ellas en el pueblo: era Pepe Guerrero, que se había hecho la Stoc de Coc, pero cambiando el tercer largo. Y es que el tramo final de la Stoc de Coc es 6b.
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