Hace pocos meses que Ana Botín sustituyó a su padre al
frente del Santander. Tanto Vudú acumulado por los desahuciados por las
hipotecas al final acabaron provocándole un infarto a Don Emilio, que se halla ya
sentado a la diestra de Dios padre, como corresponde a todos los que han llevado
una vida dedicada a la beneficencia.
Se caracterizaba Don Emilio por ser un agente económico de primer
orden. Quiere esto decir que su voz tenía peso (y mucho) en la economía y
política española. Neoliberal declarado, aprovechó obviamente la reforma
laboral para cepillarse el Banesto y meter en la calle a miles de empleados con
cuatro céntimos de indemnización. Pero con sus accionistas se portaba bien y
el cien por cien del beneficio del banco iba a parar en dividendos a los que le
comían en sus manos. A estos los cuidaba, no como a sus empleados, que tienen
fama en el sector de ser los más exigidos y maltratados.
Y he aquí que aterriza su hija y en cuatro días ha decidido
mejorar el modelo paterno, lo que significa empeorarle algo a alguien,
obviamente. Y los perjudicados han sido los accionistas. Ya no hay alpiste para
nadie.
Supongo que todo el mundo habrá leído estos días que la
acción del Santander se ha hundido en bolsa, perdiendo en dos días un 14%. Una
buena cepillada a aquellos que habían depositado sus dinerillos en las acciones de esta sociedad, confiados en que la hija saldría al padre.
Pues no. La Botín(a) ha decidido que reducirá la remuneración
de 60 a 20 céntimos (pasa de un 8,8% a un 2,9%, un buen recorte). Pero no queda ahí la cosa. Ha anunciado una ampliación de
capital de 7.500 MM. de euros (que obviamente venía siendo necesaria) lo que
significa un aumento del 10% del capital. Por lo tanto los accionistas han
visto como queda diluida su participación ipso facto y han perdido por esta
razón un 10% de su valor de forma fulminante. La bajada hasta un 14% se explica
por la pérdida adicional del dividendo.
¿Cómo te sientes si hace pocos días el Banco, como cliente,
te ha convencido, al pasar por la oficina, de que inviertas tus ahorros comprando
sus acciones, “ya que siempre han ofrecido un buen dividendo”? Esto es otra variedad
de estafa. Habrá que poner carteles en las proximidades de las oficinas
bancarias advirtiendo del serio peligro de que te limpien el bolsillo si entras. Iñigo de Barrón lo explica muy claro.
A Ana Botín no le ha llevado mucho tiempo demostrar que
puede “superar” a su padre. A lo mejor, ahora que maltrata a los accionistas,
mejorará las condiciones de sus empleados (ja,ja).
Por último, y como dice el anuncio de Mediamarkt “yo no soy
tonto”, no me han pillado con las manos en la masa salvándome del cepillado (vendí
mis acciones casi en máximos en Junio dedicando parte del beneficio de la venta
de mis acciones del Santander -gracias Don Emilio- a un viaje este verano a la
India y Nepal. Que me quiten lo bailado) siendo ahora cuando he comprado
acciones del Santander de nuevo. Espero que no haya recepillado y pase a unirme al grueso de la tropa (a lo mejor me tocará escribir que "yo también soy tonto").
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