Importante e interesante artículo de Josep Ramoneda en El País hoy, que aconsejo leer.
Al PP le entra el pánico.
Josep Ramoneda
14-2-2013
La presión de la ciudadanía ha provocado que el PP entre en estado de
vacilación. Seis rectificaciones en un día dan a entender que el
Gobierno vive en una situación de desconcierto evidente. Acomodado en
una amplia mayoría absoluta y sin una oposición fuerte, actuaba
convencido de que podía tomar las iniciativas más impopulares con toda
impunidad. No tiene oposición delante, pero tiene enfrente a la
ciudadanía.
Después de tantos meses de repetir que hace lo que hay que
hacer y no se puede hacer otra cosa, a Rajoy le ha entrado el pánico. De
pronto ha sentido el vértigo de la soledad.
Los mecanismos de participación del sistema político español están
averiados, si es que existieron alguna vez, pero la movilización social
ha conseguido que la presión subiera por esas debilitadas arterias hasta
forzar al Gobierno a dar varios pasos atrás. Es una buena noticia,
porque indica que la ciudadanía sigue viva y que hay energía para
regenerar el sistema político.
Algún día se tendrá que hacer la genealogía de la Transición.
Entonces, el miedo a la inestabilidad en un país sin tradición
democrática sirvió para justificar que se armaran unas instituciones
cerradas e impermeables. Las mayorías absolutas hicieron el resto. Y el
PP y el PSOE se convirtieron en la vertebración de España. Este modelo
bipartidista ha perdido la confianza de los ciudadanos, que lo ven más
como un mecanismo de control social que de vinculación democrática.
Unas pocas horas antes de que Rajoy diera la orden a su partido de
cambiar el voto anunciado y admitir a trámite la iniciativa popular para
la dación en pago de las hipotecas, el presidente había repetido uno de
sus tópicos favoritos: “No he cumplido con mis promesas, pero al menos
he cumplido con mi deber”. La compatibilidad entre el incumplimiento de
las promesas y el cumplimiento del deber es por lo menos discutible.
Rajoy pretende que la cruda realidad le forzó a cambiar sus planes. Pero
es imposible creer —salvo supuesto de suma incompetencia— que cuando
formuló las promesas no supiera la realidad que se encontraría. Con lo
cual hay negligencia en el deber antes o después, en la formulación de
la promesa o en la toma de decisiones. Bárcenas, las hipotecas, el miedo
al estallido social y las dudas sobre la gestión del Gobierno por parte
de algunos poderes corporativos importantes: esta es la suma de
factores que han llevado a Rajoy a parar el tren y tomarse un respiro.
Lo que no ha conseguido la oposición lo ha conseguido la calle. Eso sí,
ha sido necesario un millón y medio de firmas, una caída fulminante del
PP en las encuestas y unos cuantos suicidios, para que el Gobierno
emprendiera alguna rectificación. Siempre tarde. Es el problema de
Rajoy. Es muy difícil dar coherencia a una política cuando las
decisiones importantes son siempre de última hora.
Pero donde se acumulan las sospechas sobre el cumplimiento del deber por parte de Mariano Rajoy es en el caso Bárcenas,
sobre el que se acaba de descubrir una nueva mentira. Es falso que el
extesorero estuviese totalmente desvinculado del PP desde hace dos años,
por más que lo hayan repetido en cadena los dirigentes de la derecha.
El partido le ha estado pagando incluso la seguridad social. Rajoy
todavía no se ha pronunciado sobre la persona de Bárcenas. Y mientras no
lo haga, la sombra de la sospecha, la hipótesis del chantajista,
seguirá devorando su autoridad.
El martes el PP tomó conciencia de su soledad. Y fue el día de las
concesiones. Por elemental respeto a la ciudadanía era necesario aceptar
la iniciativa popular a trámite. El PP no la asumió hasta que se vio
rodeado. Antes de la rectificación, el parlamento vivió uno de las
situaciones más humillantes de su historia. Mario Draghi, el presidente
del Banco Central Europeo, con la venia de los principales grupos
parlamentarios, habló a puerta cerrada, sin actas ni taquígrafos. Un
acto indigno que descalifica a los señores diputados: ¿cómo puede
permitirse que un poder contramayoritario ponga condiciones y fuerce las
normas de una cámara democrática? Draghi desplegó el obsceno
paternalismo tecnocrático que gobierna Europa: puso buena nota a los
españoles pero exigió nuevos sacrificios.
El miércoles por la mañana, la
vicepresidenta Sáenz de Santamaría utilizó a Draghi como cita de
autoridad para glosar las bondades de la reforma laboral. De modo que es
razonable pensar que la rectificación es solo una pausa. Pero sirve
para confirmar dos cosas: que el Gobierno se siente inseguro y aislado y
que los movimientos sociales son en este momento la principal fuerza de
regeneración democrática.
Y también interesante ver a Gabilondo, quien asegura que, con Bárcenas, Rajoy se ha adosado una bomba de relojería a la cintura.
Y aprovecho el artículo para felicitar a la caverna mediática, ya que hoy, en las primeras páginas de sus periódicos, no existe el tema Bárcenas, ni la dimisión del Vicepresidente de la patronal española. A esto se le llama informar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario