Mejor que mirar los indicadores económicos para saber si nos hallamos en medio de una depresión o de una recesión es mirar la realidad social que los medios nos transmiten y que en muchos casos, como estamos viendo en abundancia, ellos mismos crean.
Sigo ya hace días con espanto lo que va relatando Antonio Caño desde EE.UU. sobre las reuniones, muy activas, de la extrema derecha americana, los famosos Tea Party (1 y 2), donde semana a semana se asiste a la creciente popularidad de las “políticas” de esta gente, que naturalmente propone solucionar los problemas económicos a través de cambios en las relaciones de poder.
Leí ya hace cinco años los dos libros que publicó Editorial El Acantilado, recogiendo las crónicas que, entre los años 1922-1936, publicó en el diario Ahora el excelente periodista que fue Eugenio Xammar, corresponsal de prensa en Berlín.
Sus crónicas, muy interesantes, nos dan cuenta del recorrido paulatino que fue haciendo la sociedad alemana que cayó al final de rodillas a los pies del nazismo pensando que era su tabla de salvación y el remedio a todos sus males sociales y económicos. No hay como repasar estas crónicas para que leyendo los artículos de Antonio Caño no me llegue un cierto olor al mismo tufo.
Muchos pensarán que no hay sociedad que pueda estar más lejos del fascismo que la sociedad americana, tan amante de la libertad, pero si la extrema derecha americana (Bush y Cheney eran angelitos a su lado) se hiciese con el poder en el partido republicano y ganase las próximas elecciones, asistiríamos a un cambio radical sobre el concepto de libertad de los americanos.
Y para ello nada mejor que cambiar un poco el meme que tenemos en el cerebro, en el que se asocia EE.UU. con la libertad. Esto lo podemos conseguir, en primer lugar, recordando (y mejor leyendo) la novela de ficción histórica que escribió Philip Roth, no hace muchos años, titulada La conjura contra América, que le valió el premio Pulitzer.
En ella Roth supone que Charles Lindbergh, el famoso y popular aviador, condecorado por los nazis Alemanes y fiel partidario de ellos y de su antisemitismo (al que además le secuestraron su hijo y un judío alemán fue declarado culpable y sentenciado a muerte), gana la nominación para ser candidato del partido republicano a las elecciones presidenciales derrotando en ellas a Roosevelt y es nombrado presidente (las elecciones las ganó realmente Franklin Roosevelt quien declaró la guerra a Alemania y Japón poco después).
La novela nos viene a explicar lo fácil que puede ser cambiar los destinos de una nación y de un grupo como los judíos norteamericanos, que nos recuerda vivían marginados y eran ciudadanos de segunda en aquellos años. De haber ganado Lindbergh, ¿qué les habría pasado?¿Habría entrado EE.UU. en guerra contra Hitler?
En segundo lugar está el concepto de libertad. ¿Cuál es el concepto de libertad (que puede ser muy elástico) para un americano? Esto queda claro en el libro que estoy leyendo, escrito por Andrew J.Bacevich, The limits of power. Nos dice Bacevich que el concepto de libertad que llevó a declarar la guerra a Alemania y Japón, ya no existe. Ahora libertad, para los estadounidenses, es la posibilidad de disfrutar de la promesa de acceder al American Way of Life. Libertad es todo lo que lleva a que el mundo se acomode a mantener el “sueño americano”.
Por lo tanto, cuando la crisis económica se lleva por delante ese sueño, nada mejor que adaptar el mundo y la sociedad para que su nivel de vida no disminuya lo más mínimo. Si para conseguir petróleo barato, crédito o consumir bienes sin desmayo hay que reinterpretar el concepto de libertad, se cambia lo que sea menester.
Pero esta tendencia no es solo patrimonio de los EE.UU. Por aquí, con nuestra crisis aún más grave, vamos por el mismo camino.
Estos últimos días he leído con agobio artículos sobre las TDT(1), esas emisoritas de TV que se repartieron (y que cayeron en mayor parte en manos de la derecha ultraconservadora, especialmente en Madrid capital) con la finalidad y utilidad que ahora podemos ver, que no es otra que aumentar el ruido mediático contra el Gobierno e incluso contra la derecha democrática. Para ello se explotan las más bajas pulsiones de millones de personas que renuncian a pensar (o les alteran sus esquemas de razonamiento) por si mismas. Vemos así diariamente debates con consignas inflamadas de odio social y fobia al adversario político. Tufo alemán…
Pero además de las TDT tenemos Internet. De los diez espacios digitales más importantes (que no sean versiones online de la prensa escrita), ocho son abiertamente conservadores. Para entender todo esto nada mejor que leerse el artículo de Antoni Gutiérrez-Rubí en El País y este otro.
Clientela en tiempos de crisis no falta ni faltará para todo medio que proporcione cabezas de turco y proponga soluciones inmediatas a los males de las masas. Por lo tanto en la medida que estos lavados de cerebro diario (los parados tienen mucho tiempo) vayan calando, un gran número de ciudadanos van a derivar rápidamente hacia posiciones radicales de derecha, ya que las equivalentes por el otro lado, las de izquierda, ya se encargaron de pasarlas por el túrmix definitivo hace muchos años y por lo tanto el gas caliente solo se canaliza ya por una tubería.
La deriva de una sociedad hacia posiciones radicales puede dar pie a cualquier barbaridad que propongan los grupos de poder, que tienen muy claro sobre quienes ha de recaer el coste de la crisis. Lo increíble es que pueda conseguirse esto en base a los votos precisamente de los que la pagarán, creyendo los falsos cantos de sirena que les están lanzando. Los que piensen que la derecha creará empleo van más engañados que Sancho Panza intentando obtener la Ínsula que le había prometido Don Quijote.
No deja de sorprenderme (aunque no debería, conociendo como conozco ya este país), es que esta deriva hacia soluciones de derecha para solucionar la crisis vaya acompañada de cosas considerablemente peores, que evidencian más bien una deriva fascista que va calando en la sociedad.
Las soluciones que se van proponiendo a la crisis incluyen soflamas que no tienen nada que ver con sus orígenes. Ahora resulta, según esta gente, que todo este follón económico que tenemos, originado en realidad por una burbuja inmobiliaria alimentada por la banca (solo Cajas porque los Bancos parece ser que no han roto un plato) y un endeudamiento desproporcionado, debido al dinero fácil y barato, es culpa de cosas tan inverosímiles como el que no tengan autoridad los profesores, de que se hable vascuence en el país vasco (“hay que defender el idioma español de la persecución separatista”, dice esta gente), de que se haya perdido la unidad de la patria (¿os suena a algo esto?), de que no se hayan instalado más nucleares y de que haya autonomías, entre otras muchas cosas. Causas de la crisis de nivel superior, como son la globalización, que se ha llevado los puestos de trabajo a otros países en una lluvia fina imparable, ni se citan.
Para conseguir sus fines se está potenciando el partido de Rosa Díez. Aunque parezca increíble incluso desde los medios del PP le dan cancha (leer esto, comentarios incluidos, que no tiene desperdicio, ya que es un paradigma de cómo se montan estas cosas). Considera el PP que con la crisis no perderá votantes y se trata de captar a los trabajadores ahora parados que venían votando cualquier otro partido. Como comer es lo primero (como ocurrió en la Alemania de entreguerras) se vota a quien prometa cualquier cosa y si se es reacio a votar PP, porque no se le ha votado nunca, pues con Rosa Díez se brinda la oportunidad de cambiar y servir en el fondo a los mismos fines.
Perfecto el Plan Rosa Díez. Si el PP no tiene mayoría como en las dos últimas elecciones, puede ser que con los votos de Rosa Díez lo consiga. Todo antes que pactar con CiU, ya que les ataría de pies y manos.
Yo creo que hasta preferirían pactar con Rosa Díez antes que tener un gobierno con mayoría ya que con la excusa de las obligadas concesiones que se tendrían que hacer para formar gobierno con ese partido, quedarían así justificadas todas aquellas medidas que el PP gobernando en solitario no se atrevería a llevar a cabo y así podría virar hacia una política de derecha radical que evidentemente puede alterar la paz social de España profundamente. Las crisis están para aprovecharlas y sacar tajada.
Así lo hicieron los capitalistas alemanes financiando a Hitler y cuando se dieron cuenta en que manos habían puesto el país, este estaba ya destruido. Pero la memoria histórica no existe y nunca se aprenden las lecciones porque siempre pensamos en que lo nuestro es diferente. Esta vez el holocausto será social (no nos dirán Arbeit macht frei, pero si que dirán Arbeit con salario inferior, Arbeit hasta los 67 y Arbeit con más productividad o sea más explotación), aunque cuando leo comentarios en artículos en páginas digitales de derechas que dicen “que hay que eliminar los nefastos y dañinos separatistas y regionalistas” no acabo de entender lo que quieren decir con “eliminar”.
Seguiré otro día porque esto empeorará (falta que llegue el aumento de la inseguridad ciudadana que acabará de darles la carnaza definitiva) y esta vez la deriva no se acabará con las elecciones aunque gane la derecha. Después vendrá algo peor.
(1) Ahora TDT ya tiene otro significado: Trinchera Digital Terrestre.
Sigo ya hace días con espanto lo que va relatando Antonio Caño desde EE.UU. sobre las reuniones, muy activas, de la extrema derecha americana, los famosos Tea Party (1 y 2), donde semana a semana se asiste a la creciente popularidad de las “políticas” de esta gente, que naturalmente propone solucionar los problemas económicos a través de cambios en las relaciones de poder.
Leí ya hace cinco años los dos libros que publicó Editorial El Acantilado, recogiendo las crónicas que, entre los años 1922-1936, publicó en el diario Ahora el excelente periodista que fue Eugenio Xammar, corresponsal de prensa en Berlín.
Sus crónicas, muy interesantes, nos dan cuenta del recorrido paulatino que fue haciendo la sociedad alemana que cayó al final de rodillas a los pies del nazismo pensando que era su tabla de salvación y el remedio a todos sus males sociales y económicos. No hay como repasar estas crónicas para que leyendo los artículos de Antonio Caño no me llegue un cierto olor al mismo tufo.
Muchos pensarán que no hay sociedad que pueda estar más lejos del fascismo que la sociedad americana, tan amante de la libertad, pero si la extrema derecha americana (Bush y Cheney eran angelitos a su lado) se hiciese con el poder en el partido republicano y ganase las próximas elecciones, asistiríamos a un cambio radical sobre el concepto de libertad de los americanos.
Y para ello nada mejor que cambiar un poco el meme que tenemos en el cerebro, en el que se asocia EE.UU. con la libertad. Esto lo podemos conseguir, en primer lugar, recordando (y mejor leyendo) la novela de ficción histórica que escribió Philip Roth, no hace muchos años, titulada La conjura contra América, que le valió el premio Pulitzer.
En ella Roth supone que Charles Lindbergh, el famoso y popular aviador, condecorado por los nazis Alemanes y fiel partidario de ellos y de su antisemitismo (al que además le secuestraron su hijo y un judío alemán fue declarado culpable y sentenciado a muerte), gana la nominación para ser candidato del partido republicano a las elecciones presidenciales derrotando en ellas a Roosevelt y es nombrado presidente (las elecciones las ganó realmente Franklin Roosevelt quien declaró la guerra a Alemania y Japón poco después).
La novela nos viene a explicar lo fácil que puede ser cambiar los destinos de una nación y de un grupo como los judíos norteamericanos, que nos recuerda vivían marginados y eran ciudadanos de segunda en aquellos años. De haber ganado Lindbergh, ¿qué les habría pasado?¿Habría entrado EE.UU. en guerra contra Hitler?
En segundo lugar está el concepto de libertad. ¿Cuál es el concepto de libertad (que puede ser muy elástico) para un americano? Esto queda claro en el libro que estoy leyendo, escrito por Andrew J.Bacevich, The limits of power. Nos dice Bacevich que el concepto de libertad que llevó a declarar la guerra a Alemania y Japón, ya no existe. Ahora libertad, para los estadounidenses, es la posibilidad de disfrutar de la promesa de acceder al American Way of Life. Libertad es todo lo que lleva a que el mundo se acomode a mantener el “sueño americano”.
Por lo tanto, cuando la crisis económica se lleva por delante ese sueño, nada mejor que adaptar el mundo y la sociedad para que su nivel de vida no disminuya lo más mínimo. Si para conseguir petróleo barato, crédito o consumir bienes sin desmayo hay que reinterpretar el concepto de libertad, se cambia lo que sea menester.
Pero esta tendencia no es solo patrimonio de los EE.UU. Por aquí, con nuestra crisis aún más grave, vamos por el mismo camino.
Estos últimos días he leído con agobio artículos sobre las TDT(1), esas emisoritas de TV que se repartieron (y que cayeron en mayor parte en manos de la derecha ultraconservadora, especialmente en Madrid capital) con la finalidad y utilidad que ahora podemos ver, que no es otra que aumentar el ruido mediático contra el Gobierno e incluso contra la derecha democrática. Para ello se explotan las más bajas pulsiones de millones de personas que renuncian a pensar (o les alteran sus esquemas de razonamiento) por si mismas. Vemos así diariamente debates con consignas inflamadas de odio social y fobia al adversario político. Tufo alemán…
Pero además de las TDT tenemos Internet. De los diez espacios digitales más importantes (que no sean versiones online de la prensa escrita), ocho son abiertamente conservadores. Para entender todo esto nada mejor que leerse el artículo de Antoni Gutiérrez-Rubí en El País y este otro.
Clientela en tiempos de crisis no falta ni faltará para todo medio que proporcione cabezas de turco y proponga soluciones inmediatas a los males de las masas. Por lo tanto en la medida que estos lavados de cerebro diario (los parados tienen mucho tiempo) vayan calando, un gran número de ciudadanos van a derivar rápidamente hacia posiciones radicales de derecha, ya que las equivalentes por el otro lado, las de izquierda, ya se encargaron de pasarlas por el túrmix definitivo hace muchos años y por lo tanto el gas caliente solo se canaliza ya por una tubería.
La deriva de una sociedad hacia posiciones radicales puede dar pie a cualquier barbaridad que propongan los grupos de poder, que tienen muy claro sobre quienes ha de recaer el coste de la crisis. Lo increíble es que pueda conseguirse esto en base a los votos precisamente de los que la pagarán, creyendo los falsos cantos de sirena que les están lanzando. Los que piensen que la derecha creará empleo van más engañados que Sancho Panza intentando obtener la Ínsula que le había prometido Don Quijote.
No deja de sorprenderme (aunque no debería, conociendo como conozco ya este país), es que esta deriva hacia soluciones de derecha para solucionar la crisis vaya acompañada de cosas considerablemente peores, que evidencian más bien una deriva fascista que va calando en la sociedad.
Las soluciones que se van proponiendo a la crisis incluyen soflamas que no tienen nada que ver con sus orígenes. Ahora resulta, según esta gente, que todo este follón económico que tenemos, originado en realidad por una burbuja inmobiliaria alimentada por la banca (solo Cajas porque los Bancos parece ser que no han roto un plato) y un endeudamiento desproporcionado, debido al dinero fácil y barato, es culpa de cosas tan inverosímiles como el que no tengan autoridad los profesores, de que se hable vascuence en el país vasco (“hay que defender el idioma español de la persecución separatista”, dice esta gente), de que se haya perdido la unidad de la patria (¿os suena a algo esto?), de que no se hayan instalado más nucleares y de que haya autonomías, entre otras muchas cosas. Causas de la crisis de nivel superior, como son la globalización, que se ha llevado los puestos de trabajo a otros países en una lluvia fina imparable, ni se citan.
Para conseguir sus fines se está potenciando el partido de Rosa Díez. Aunque parezca increíble incluso desde los medios del PP le dan cancha (leer esto, comentarios incluidos, que no tiene desperdicio, ya que es un paradigma de cómo se montan estas cosas). Considera el PP que con la crisis no perderá votantes y se trata de captar a los trabajadores ahora parados que venían votando cualquier otro partido. Como comer es lo primero (como ocurrió en la Alemania de entreguerras) se vota a quien prometa cualquier cosa y si se es reacio a votar PP, porque no se le ha votado nunca, pues con Rosa Díez se brinda la oportunidad de cambiar y servir en el fondo a los mismos fines.
Perfecto el Plan Rosa Díez. Si el PP no tiene mayoría como en las dos últimas elecciones, puede ser que con los votos de Rosa Díez lo consiga. Todo antes que pactar con CiU, ya que les ataría de pies y manos.
Yo creo que hasta preferirían pactar con Rosa Díez antes que tener un gobierno con mayoría ya que con la excusa de las obligadas concesiones que se tendrían que hacer para formar gobierno con ese partido, quedarían así justificadas todas aquellas medidas que el PP gobernando en solitario no se atrevería a llevar a cabo y así podría virar hacia una política de derecha radical que evidentemente puede alterar la paz social de España profundamente. Las crisis están para aprovecharlas y sacar tajada.
Así lo hicieron los capitalistas alemanes financiando a Hitler y cuando se dieron cuenta en que manos habían puesto el país, este estaba ya destruido. Pero la memoria histórica no existe y nunca se aprenden las lecciones porque siempre pensamos en que lo nuestro es diferente. Esta vez el holocausto será social (no nos dirán Arbeit macht frei, pero si que dirán Arbeit con salario inferior, Arbeit hasta los 67 y Arbeit con más productividad o sea más explotación), aunque cuando leo comentarios en artículos en páginas digitales de derechas que dicen “que hay que eliminar los nefastos y dañinos separatistas y regionalistas” no acabo de entender lo que quieren decir con “eliminar”.
Seguiré otro día porque esto empeorará (falta que llegue el aumento de la inseguridad ciudadana que acabará de darles la carnaza definitiva) y esta vez la deriva no se acabará con las elecciones aunque gane la derecha. Después vendrá algo peor.
(1) Ahora TDT ya tiene otro significado: Trinchera Digital Terrestre.
1 comentario:
Excelente post...y triste.
Publicar un comentario