sábado, mayo 30, 2009

¡Qué desastre!


Hay días que uno debería quedarse en casa. Y la verdad es que lo tenía meridianamente claro. Pero era la primera oportunidad de salir a escalar con un nuevo amigo que conocí en lo alto de Sant Jeroni, en Montserrat. Se trata de Darío, asturiano afincado en Barcelona y con el que comparto el haber escalado el Naranjo de Bulnes.

Quedamos que un día escalaríamos una aguja de Montserrat, para que así pudiese conocer como es la escalada en este paraíso de roca que tenemos a tan solo una hora de Barcelona.

Quedamos en ir el jueves, sin pensar que el Miércoles era la final de la Copa de Europa.

Y como dice el refranero, “no se puede repicar la campana e ir a la procesión”. Después de la celebración de la victoria del Barça (vinieron a casa a ver el partido Xavi, Laura Pujol, Josep Emili y Sara) el resacón era de importancia y encima mal dormido.
Pero aún hubo más problemas. Primero escalamos una vía en la Miranda de Santa Magdalena para que Darío se habituase a este tipo de escalada. Pues bien, cuando acabé la vía ya me había fundido casi todo el agua que llevaba. Además iba con mallas negras y precisamente no finas. Sudaba a mares.

Después nos fuimos a hacer la Via Apia a la Magdalena Inferior, a pesar de que la intención era hacer la Badalona en el Gorro Frigi, pero como ya empecé a notar la deshidratación, pensé que una vía un poco más corta era lo mejor (error porque en la Badalona daba menos el sol).

Finalizado el primer largo de la Apia ya vi que los dedos no funcionaban, pero seguí en el intento, ya que no me apetecía bajarme ni ceder los trastos a Darío. Total, que justo en el punto del segundo largo donde se sale de lo más vertical y se tumba un poco la pared, me equivoqué. No encontré el agujero que previamente había seleccionado para meter el pie y alargué los brazos mucho para hacer el paso. Y con un pie mal puesto y los dedos chungos cargando con el peso, pues ¡plaf! Se me fue un mano. Nunca antes me había caído escalando en Montserrat y menos en un IV+. Pero siempre se aprende de los errores. Total que la caída no fue nada, porque acababa de chapar y casi ni me enteré. No sé si Darío se asustó mucho, pero la vía (y todas las de este tipo en Montserrat) están a prueba de bomba y no caí más de metro y medio. Repetí el paso como Dios manda, poniendo el pie donde se debía y sin ningún problema llegué a la segunda R. Darío hizo el tercer largo de primero visto como estaban mis dedos.
La última vez que hice está vía fue de ¡cursillo!, llevando a una chica de los juveniles de nuestra Agrupación. Comparando ambas escaladas es obvio que algo no funcionaba el jueves.

Pues eso, que no se puede llegar a todo.

A Darío le gustó mucho la escalada (a pesar del minisustillo que se llevó) y la vista que se tiene desde lo alto de la Magdalena Inferior.

Después de escalar nos fuimos a hidratarnos al bar de Monistrol, como está obligado.

Para finalizar, aviso a navegantes: con este calor ojito ya con las paredes, en las que te puedes quedar frito...

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