Me estaba leyendo de un tirón este interesante libro, escrito por Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica de la Facultad de Economía IQS, y casualmente El País Negocios del domingo 10 de mayo reseñaba el libro. Por lo tanto para leer un buen resumen del libro es suficiente con leer lo publicado.
Santiago Niño es de los míos (o yo soy de los suyos), es decir, de los que consideran que esto no es una crisis puntual, llámesele recesión o depresión.
Esto es una crisis sistémica.
Es una crisis de agotamiento del modelo. Y una crisis de este estilo es brutal, ya que da lugar a un cambio que afecta al modo como el sistema produce, se organiza y atiende su realidad social. Trastoca los modos de hacer, lo que siempre es traumático. Según el autor la economía ha registrado 18 crisis sistémicas desde sus orígenes. La dinamita de la explosion han sido la deuda, eje vertebrador de esta fase de crecimiento alocado de estos últimos años, que se ha hecho insostenible, y por otra parte la capacidad de absorber bienes de consumo, que se ha agotado. El invento del hipercrédito a hecho soñar a la población (no solo de España), de que el aumento del PIB no tenía límites. Y los tiene. El recurso al crédito fue la salida al agotamiento del modelo que ya se mostró por primera vez con la crisis asiática y la explosión de las punto com. Esto empezó en realidad antes, ya en el 1991. Y los burbujazos lo único que han hecho es posponer el problema.
Santiago Niño lo resume perfectamente: “… Han sido años en los que se nos decía que todo iba bien, años de crédito asegurado, de dinero barato, de deuda creciente (aunque no entremos a analizar su calidad…), de beneficios pujantes, de sonrisas, de lujosos automóviles aparcados junto a atiborrados restaurantes y bares de diseño, de viajes a lugares exóticos, de caprichos costosos, de teléfonos móviles que cada dos meses eran sustituidos por un modelo más sofisticado, de entrenadores personales, de jóvenes mantenidos y mimados por sus familias hasta el máximo al que cada familia podía llegar. Han sido años de tipos de interés permanentemente a la baja, de especulación inmobiliario, de segundas y terceras residencias, de comprar sobre plano y vender sobre obra; años para soñar…”.
Sólo dos cosas del libro que no me han gustado. La primera cuando en la página 128 se dedica a especular sobre las consecuencias sociales de la crisis, en que opina que “…es posible que se legalice la marihuana…”, “… un avance espectacular será la biotecnología…”, “…las protestas sociales… podrán dar lugar a la aparición de guerrillas urbanas…”, “… los intercambios se reducirán a un nivel muy primario, y se recurrirá, en muchas ocasiones, al trueque…”, etc. No veo la razón, ni se justifica en el libro, para que ocurran estas cosas. No deja de ser un juego de profecías sin base. Creo que no era necesario este tipo de elucubraciones en el libro. Que los problemas sociales serán enormes ya lo sospechamos todos.
El otro “pero” al libro es la fecha del final de la crisis: el 2018. No explica el planning de la evolución de la crisis que lleva a esta fecha tan lejana. Poner fecha al final de este proceso, si es una crisis sistémica como afirma, es imposible de predecir (aunque hace muy bien en poner una fecha tan lejana, para que nadie se piense que esto se arregla en cuatro días).
Muy bueno el resumen que hace de la Historia de la Economía. Imposible explicarlo mejor en tan pocas líneas.
Santiago Niño es de los míos (o yo soy de los suyos), es decir, de los que consideran que esto no es una crisis puntual, llámesele recesión o depresión.
Esto es una crisis sistémica.
Es una crisis de agotamiento del modelo. Y una crisis de este estilo es brutal, ya que da lugar a un cambio que afecta al modo como el sistema produce, se organiza y atiende su realidad social. Trastoca los modos de hacer, lo que siempre es traumático. Según el autor la economía ha registrado 18 crisis sistémicas desde sus orígenes. La dinamita de la explosion han sido la deuda, eje vertebrador de esta fase de crecimiento alocado de estos últimos años, que se ha hecho insostenible, y por otra parte la capacidad de absorber bienes de consumo, que se ha agotado. El invento del hipercrédito a hecho soñar a la población (no solo de España), de que el aumento del PIB no tenía límites. Y los tiene. El recurso al crédito fue la salida al agotamiento del modelo que ya se mostró por primera vez con la crisis asiática y la explosión de las punto com. Esto empezó en realidad antes, ya en el 1991. Y los burbujazos lo único que han hecho es posponer el problema.
Santiago Niño lo resume perfectamente: “… Han sido años en los que se nos decía que todo iba bien, años de crédito asegurado, de dinero barato, de deuda creciente (aunque no entremos a analizar su calidad…), de beneficios pujantes, de sonrisas, de lujosos automóviles aparcados junto a atiborrados restaurantes y bares de diseño, de viajes a lugares exóticos, de caprichos costosos, de teléfonos móviles que cada dos meses eran sustituidos por un modelo más sofisticado, de entrenadores personales, de jóvenes mantenidos y mimados por sus familias hasta el máximo al que cada familia podía llegar. Han sido años de tipos de interés permanentemente a la baja, de especulación inmobiliario, de segundas y terceras residencias, de comprar sobre plano y vender sobre obra; años para soñar…”.
Sólo dos cosas del libro que no me han gustado. La primera cuando en la página 128 se dedica a especular sobre las consecuencias sociales de la crisis, en que opina que “…es posible que se legalice la marihuana…”, “… un avance espectacular será la biotecnología…”, “…las protestas sociales… podrán dar lugar a la aparición de guerrillas urbanas…”, “… los intercambios se reducirán a un nivel muy primario, y se recurrirá, en muchas ocasiones, al trueque…”, etc. No veo la razón, ni se justifica en el libro, para que ocurran estas cosas. No deja de ser un juego de profecías sin base. Creo que no era necesario este tipo de elucubraciones en el libro. Que los problemas sociales serán enormes ya lo sospechamos todos.
El otro “pero” al libro es la fecha del final de la crisis: el 2018. No explica el planning de la evolución de la crisis que lleva a esta fecha tan lejana. Poner fecha al final de este proceso, si es una crisis sistémica como afirma, es imposible de predecir (aunque hace muy bien en poner una fecha tan lejana, para que nadie se piense que esto se arregla en cuatro días).
Muy bueno el resumen que hace de la Historia de la Economía. Imposible explicarlo mejor en tan pocas líneas.
Y un enlace con una entrevista de La Vanguardia, también muy interesante.
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