miércoles, diciembre 16, 2009

NUMERATI, de Stephen Baker


Más o menos somos consciente del rastro que vamos dejando sobre nuestras vidas. A veces este rastro es voluntario, como este blog, y a veces, casi siempre, totalmente involuntario. Son nuestras tarjetas de crédito, nuestras llamadas telefónicas, nuestras cuentas bancarias, nuestros correos, nuestras consultas en Google o a todo tipo de páginas de Internet, o nuestra tarjeta de la seguridad social. Dejamos rastro en los peajes, en los hoteles y si se nos ocurre visitar un casino. Y somos filmados, en las ciudades especialmente, por cientos de cámaras continuamente.

¿Y quién está interesado en explotar la privacidad que cada vez se nos evapora más?

Pues de eso trata precisamente este libro, de los Numerati, una especie de mafia constituida por equipos de matemáticos, psicólogos, lingüistas, antropólogos, ingenieros electrónicos y científicos cibernéticos, que trata de manejar estos inmensos volúmenes de información, de forma matemática, naturalmente para obtener beneficios.

¿Quién examina estos datos y con qué propósito? Pues empresas, gobiernos y partidos políticos: les interesa qué compramos, que votamos e incluso a quien queremos amar.

Así, el libro va segmentando a la gente según intereses.

En primer lugar como empleados. Las grandes empresas tratan de obtener la máxima información sobre el rendimiento de sus empleados. Todos aquellos que necesiten su ordenador para su trabajo están proporcionando una información impresa a sus empresas. También lo están dejando aquellos que los resultados de su trabajo se transformen al final en números. El libro pone como ejemplo a IBM, que lleva décadas transformando en matemáticas porciones cada vez mayores de las actividades de la compañía. Con toda esta información los puestos de trabajos los adjudica ya un ordenador.

En segundo lugar como consumidores. Yo, por ejemplo, compro libros en inglés a través de Amazon. Esta inmensa librería on line es una maravilla. Cuando te interesa un libro pero aún no lo quieres comprar tiene lo que se denomina la Wish List, una lista de los libros que te interesan. Pues bien, entre lo que compras, lo que dices que deseas comprar y lo QUÉ CONSULTAS, el ordenador de Amazon sabe perfectamente el tipo de lectura o de música que te gusta. Y matiza que da gusto. Cuando entro en Amazon (o incluso me envía correos) me indica enseguida los libros que me interesan. Y digo que matiza porque podría proponerme, por ejemplo, libros de economía. Pues no, no se le ocurrirá indicarme un libro de microeconomía. Libro que me indica, libro que da en el blanco. Y no solo eso. Te dice que los que compraron este libro compraron también tal otro. Ya me he acostumbrado a encontrarlo normal, pero ¡menuda base de datos!

El autor del libro se centra principalmente en el tema de los supermercados. Está muy próximo el momento en el que cogeremos un carro en el super que llevará una pequeña pantalla para indicarnos las ofertas personalizadas de aquello que nos interesa, porque saben qué productos consumimos y nos indicará como llegar a la estantería.

Si tenemos una tarjeta de esas denominadas de lealtad (yo tengo una, ya que me hacen descuento), pasas a formar parte automáticamente de una base de datos con la cual el super puede personalizar tu gustos (además de tratar de forma agrupada las preferencias de miles de clientes).

Lo mismo es aplicable a todo tipo de tiendas, especialmente las de ropa, pero aquí alguna se puede hacer un lío. Si va mi santa y me compra calzoncillos, se le van a cruzar un poco los cables a los Numerati.

Pero el hecho es que estamos casi perfectamente clasificados como consumidores. Y es una clasificación que no tiene nada que ver con historia, raza, inclinación religiosa ni territorio.

Tercero. Como votantes. En este aspecto en EE.UU. el tema está bastante simplificado: o rojo o azul, o Republicano o Demócrata. La información sobre votantes es básica para determinar aquellas zonas (e incluso a nivel persona) de vital importancia para captar votos.

Según estos reyes de la clasificación, las personas en EE.UU se pueden ubicar en una de estas cinco “cubetas”. Así tenemos los que prefieren

1. Ampliar las oportunidades para todos
2. Trabajar dentro de la comunidad
3. Conseguir independencia
4. Centrarse en la familia
5. Defender la rectitud

Cuanto más arriba, más demócrata y cuanto más abajo más Republicano.
Los extremos son votantes fieles. El 1 vota demócrata y el 5 Republicano. Inamovibles.
Pero los 2, 3 y 4 pueden cambiar su voto y ahí está el objetivo de los partidos: detectar los votantes que pueden cambiar su opinión y decidir las elecciones.

La empresa Spotlight fue más lejos y estableció diez categorías tribales de valores.
Así tenemos los Brújulas Internas, los Edificadores del Granero, los Vigilantes del Hogar, los Guardias de Crucero, los Centinelas Cívicos, los Clic Derecho, los Agua Tranquila, los Ingeniosos, etc. Como veis todo es clasificable y medible en esta vida.

Por lo tanto para los partidos políticos somos un objetivo matemático de costes.
La cuestión es ¿cuánto cuesta cambiar nuestro voto? Hay que encontrar la ecuación perfecta entre coste y resultados. Los votantes cuyo coste de cambiar el voto es muy caro no interesan y no interesa tampoco perder dinero gastándolo en los ya, o casi, convencidos.

Cuarto. Como blogueros. Es el tonto útil, entre los cuales me incluyo, que da todo tipo de información propia sin nada a cambio. Generosos que somos.
Con los supercomputadores modernos toda la información que se escribe en blogs es tratable sistemática e inmediatamente. Las grandes empresas, los Gobiernos y los partidos políticos, si quieren y pagan, pueden tener toda la información que se escribe diariamente sobre ellos. Y esta información puede ser incluso detallada. Por ejemplo, un bloguero que se queja de una determinada línea aérea, aunque los análisis globales son los más importantes. Un ejemplo lo hemos tenido recientemente. Horas después de que la Ministra de Cultura anunciase la ley que permitiría al gobierno cerrar páginas web, la respuesta impresionante de la red en contra de esta medida era conocida por la ministra, saliendo enseguida Zapatero a echar un capote, ya que, al fin y al cabo, miles de blogueros enfadados suman más votos que cuatro músicos.

El libro nos habla de la empresa Umbria dedicada a establecer modelos matemáticos de todo lo que se opina en Internet, ya que en los blogs circula una amplia muestra de la vida humana, disponible para ser recolectada. Una vez escrito, las palabras que dejamos están ahí para la eternidad, para ser asociadas, comparadas, trituradas, analizadas sintácticamente y reempaquetadas como información de mercadotecnia. Las estadísticas son los nuevos amos del mundo.
Pero mucho hemos de avanzar para que los ordenadores lo pillen todo. Por ejemplo, si en mi blog digo que en ¡Benasque en invierno la temperatura es una maravilla!, cualquiera que me lea sabe que estoy utilizando el sarcasmo y que ocurre todo lo contrario: hace un frío que pela. Un programa de estos dará por descontado que en Benasque en invierno el clima es una delicia. Aún no llegan a tanto.

Interesante el comentario sobre los anuncios que aparecen en los blogs. Ya sabéis que a través de Adsense se pueden incorporar anuncios a un blog o página web. ¿Qué anuncios aparecerán en esa página o blog? Los robots determinan que tipo de información aparece. Por ejemplo si se habla de viajes aparecerán anuncios de agencias de viajes, compañías aéreas, etc.
Permitir poner anuncios supone que cobraras por ello. En la medida que una página tiene visitas y clickan los anuncios, ingresas dinero.

Pues bien, como quien no corre vuela, nada mejor que fabricar robots que generen cientos de páginas falsas (sblogs) donde no dice casi nada y solo aparecen palabras clave dedicadas a captar los anuncios (que también los colocan robots) que se desean. Uno vez hecho esto los robots se dedican a teclear los enlaces y así se logra llevarse la mayor parte del dinero. Perseguir manualmente los cientos de páginas falsas generadas por robots es tarea imposible. Hay que inventar contrarobots que atajen este problema. Una guerra continua y un gran riesgo para los Numerati, al ser posible hacerse pasar por humanos blogs creados automáticamente. ¿De que sirven los datos de consumo proporcionados por androides?

Quinto. El terrorista. Pensamos que no nos afecta el tema. Pero habiendo escrito la palabra terrorista ya sé que este post será examinado por varios robots gubernamentales examinando si esto tiene algo que ver con una trama de Al Qaeda.
No os quepa la más mínima duda que todos nuestros correos y conversaciones telefónicas quedan grabadas en su totalidad. Ni autorizaciones judiciales ni nada. Todo grabadito. Por lo tanto, si tu fueses terrorista ¿utilizarías Internet y el teléfono? Obviamente no, ni encriptándolo, ya que hasta los método de encriptación se debilitan ante las velocidades de las supercomputadoras. Por lo tanto se impone la comunicación personal o volver a la paloma mensajera, que es lo que deben estar haciendo. Un poco absurdo todo este dispendio estatal, pero es que la finalidad, en el fondo, es otra, ya que el tema del terrorismo ha permitido que nuestras sociedades acepten sin chistar ceder nuestra intimidad cuando en la Constitución dice todo lo contrario.

Sexto. Como pacientes. Nuestras tarjetas médicas indican claramente, con nuestras visitas y recetas, cuales son nuestros males. Pero este libro va más lejos. Gracias a los avances en la microelectrónica y la comunicación, ¿por qué no aprovecharlos para vigilar a miles de personas que lo requieren continuamente, especialmente en la tercera edad?
De hecho este capítulo va muy lejos en cuanto a materia de control médico a distancia. Hay que leerlo para ver lo lejos que podríamos ya ir, aunque habría que cambiar las baldosas del suelo de la cocina… El ordenador a distancia, a través de nuestros pasos lo sabría todo sobre nosotros.

Séptimo. La pareja. Divertido capítulo. Para que perder el tiempo buscando pareja. Queremos encontrar y queremos que nos encuentren. Aquí los bienes anunciados somos nosotros.

Bares, Discoteca y actividades varias cuyo fin es ampliar el mercado de búsqueda sexual es lo que se lleva hoy. Pero los tiempos cambian. Nada mejor hoy en día que introducir voluntariamente todo tu perfil personal en una base de datos y dejar que el ordenador sea quien proponga con quien te puedes acoplar. Naturalmente la química del flechazo es a posteriori. Puede ser que nuestros rituales de apareamiento migren de bares y bibliotecas escolares a redes electrónicas y afinar en los datos que proporcionamos sea tan importante como las miradas de soslayo, los aromas y las sonrisas.

Dice el autor del libro que lo primero que todos buscamos instintivamente es una pareja de nuestro nivel cultural y educativo. ¿Es verdad?

Lo mejor de este capítulo es que aquí también nos encajan en cubetas. Y aunque parezca mentira bastan cuatro. Como candidatos a aparejarnos somos o Exploradores, o Directores o Constructores o Negociadores. No hay más. Y todo ello relacionado con cuatro hormonas que cada uno de nosotros posee en mayor grado.

Mucha Dopamina, Explorador.
Mucho Estrógeno, Negociadores
Mucha Testosterona, Directores
Mucha Serotonina, Constructores

De hecho tenemos dos de estos atributos aunque uno es el más predominante. Yo ya me he clasificado y tengo claro lo que soy. Dos que se complementen también encajan perfectamente.
Divertido leer como el autor del libro y su mujer enviaron por separado sus datos a la empresa Chemistry.com, casamentero electrónico, para ver si el ordenador los emparejaba.

Lástima que se olvide el autor de dedicar un capítulo a la Banca. Saben nuestros ingresos, nuestras deudas, probablemente nuestro patrimonio y también mucho sobre nuestros gastos, sea a través de tarjetas o por la domiciliación de nuestros pagos. Todo un mundo de información que vamos dejando. La prueba es que existen ya programas que saben detectar pagos con tarjeta desproporcionados, que se salen de lo habitual. Como esto puede ser indicio del robo de la tarjeta, el sistema avisa y los bancarios se ven obligados por normas internas a llamar al propietario de la tarjeta.

Yo, que he trabajado en la banca sólo en Banca Corporativa y Banca de Empresas, me vi una vez en la tesitura de tener que llamar a un empresario importante para advertirle que la tarjeta de su mujer registraba un pago fuera de orbita en una tienda de Andorra y que por lo tanto comprobase que no había sido robada. Conociendo al cliente sabía que se podía gastar eso y más.
Cuando fui a ver los detalles de la compra, comprobé que era una conocida tienda de lencería Andorrana. Naturalmente me salté el reglamento y no llamé. Me habría partido la cara.

Un interesante artículo en El País hace pocos días.

Tus datos son una mina

Numerati.

En manos de la mafia cibernética. CNN Expansión.


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