Pakistán cuenta en sus montañas con cinco de las catorce
cumbres que sobrepasan los ocho mil metros en el Himalaya. Son el difícil K2, los Gasherbrum I
y II, el Broad Peak (en la frontera Tibet/Pakistán todos ellos) y el Nanga
Parbat.
Hace tiempo que venía pensando que en un país convulso y caótico
como Pakistán era de extrañar que las expediciones y trekkings no tuvieran complicaciones. Ya
vimos que en Nepal, durante unos años, apareció una guerrilla maoísta (que
pretendía derribar la monarquía) que tuvo en jaque a los alpinistas, cobrándoles
unos buenos diezmos para acceder a los campos base.
Ahora, en Pakistán, el tema es más duro, ya que una guerrilla talibán ha procedido a asesinar a todos los componentes de varias expediciones en el campo base del Nanga Parbat (once muertos). Y hubo suerte porque había una ventana de buen tiempo y
la mayor parte de alpinistas estaban en los campos superiores intentando
alcanzar la cumbre.
Esto supone un serio revés para el Himalayismo (y también para el
trekking) en esas montañas. Una cosa es pagar peaje y otra dejarse el pellejo.
Parece ser que todas las expediciones que tenían planes en Pakistán han cancelado sus objetivos. Y el tema puede ir para largo.
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