Hace pocos días que empecé a practicar algo nuevo: subir
un puerto, bajarlo por el lado
contrario… y volverlo a subir y bajar de regreso. Lo hice en la Cerdaña (aunque
acabé cogiendo el tren sin completar el viaje) y lo hice el martes pasado al
subir el Coll d’Estenalles desde Matadepera, bajar a Monistrol de Calders y
regresar haciendo el puerto de nuevo.
Esto era un entrenamiento para un objetivo más ambicioso:
hacer el Portalet subiendo por Biescas, bajar a Francia hasta Laruns… y
regresar de nuevo. Una buena pedalada de 111 km. con doble puerto y muy, pero
que muy largo: 27,2 km, al ir y 28,6 km. al volver, o sea, casi 56 km. de puerto. Esto
siempre entraña su riesgo: ¿y si se acaba la pila al volver y te quedas clavado
en el otro lado?
Realmente duro aunque este puerto no tiene pendientes muy exigentes,
ya que solo en la parte alta se pone tieso, pero es que cuando llegas arriba ya
llevas las piernas muy, pero que muy calientes.
Salí de Biescas con frío, bien pronto. Hasta llegar al
repechón de Búbal, la carretera discurre por una especie de congosto por el
cual circulaba un fuerte viento en contra, para ayudar. Al regresar vi una
señal fija de tráfico advirtiendo del viento fuerte, por lo que debe ser algo usual
en este tramo.
Dos lagos llenos a tope (Búbal y Lanuza), abundante nieve
en los altos aún y en Lanuza preparando el Festival de los Pirineos. Y llegué a
Escarrilla (buen repechón) y a su túnel. Me había olvidado de él. Menos mal que
está (mal) iluminado en sus tres cuartas partes. En la parte final hay un enorme
socavón que es un verdadero peligro para los ciclistas. Esto si que da miedo.
Llegué a Sallent con el motor funcionando bien y ataqué ya
la subida a Formigal. Ni un árbol, ni una sombra, pero al menos seguía haciendo
viento fresquito. Me venía en contra, pero no iría mal al regresar. El tramo
final es el que sube más. Mucho tráfico y mucho más en el lado francés (hasta
que los franceses se van a comer y desaparecen a mediodía). Un puerto verdaderamente
peligroso donde hay mucho conductor que no tiene ni idea que hay que dejar una
distancia de 1,5 m.
a los ciclistas al adelantarlos. Más bien algunos dejaban 15 cm., con el consiguiente
susto. Especialmente peligrosos son los coches de gama alta. Ya es sabido que un
Mercedes debe pasar imperiosamente a un ciclista, sea cual sea la situación.
Tanto da si es curva estrecha, sin visibilidad y con coche que viene en sentido
contrario. Yo-Mercedes-Tú bicicleta, luego yo paso como sea (el orden de picoteo de Lorenz aplicado a
la circulación vial, con el riesgo, siempre, de matar a la gallina).
Panorama en Sallent
Panorama en Formigal
Panorama en Sallent
Panorama en Formigal
Me paré un momento en el puerto a repostar, hacer fotos a
la bella cumbre del Pic de Midi d’Ossau y abrigarme para la bajada (perneras y
cortavientos ya que los manguitos ya iban puestos). La nieve allí mismo y ya
estabamos en Julio. De buena mañana ya estaba lleno de gabachos comprando el trío
clásico: gasolina-alcohol-tabaco. Ya solo falta añadir el puticlub, como en La
Junquera.
El Midi d'Ossau. Perfectamente visible el camino ascendente al Refugio de Pombie. El couloir entre las dos cumbres, aún con mucha nieve.
Panorámica del puerto
Un descenso eterno, inacabable ya que sabes que todo lo que bajas lo has de subir y quieres que acabe rápido. Mucha agua cayendo por todos los lados. Y esos chorros de agua a raudales van acompañados de aire frío, algo que dentro de un coche nunca percibes.
Caballos sueltos por la carretera con el consiguiente
frenazo hasta saber las intenciones de los potrillos y alguna que otra reparación
de la ruta (consecuencia de las muchas avalanchas de nieve que ha padecido el
puerto) que detenía a los coches pero permitía a los ciclistas pasar haciendo
la pirula y por lo tanto me convertí en una mosca cojonera para muchos de ellos
que tuvieron que ir kilómetros y kilómetros viendo mi trasero continuamente sin
posibilidad de pasarme. Al final se llega a la estación termal (típica francesa
con aires decadentes) de Eaux-Chaudes, después de atravesar un gélido congosto
y poco después salí al sol, llegando al punto donde empecé a subir el Aubisque
el año pasado.
Punto donde confluye la carretera que baja del Portalet, la que va al pueblo de Laruns y la que lleva al Aubisque
Punto donde confluye la carretera que baja del Portalet, la que va al pueblo de Laruns y la que lleva al Aubisque
55 km. en el contador de momento, ropa fuera que sobraba ya todo, nutrición y agua con cosas, mucha agua, y de nuevo al tajo, a subir lo bajado, ahora a velocidad más lenta lo que permitía disfrutar del recorrido y es que cuando bajas vas tenso y no estas para muchos paisajes.
El firme de la carretera por el lado francés está
requetemal ya que permiten el uso de neumáticos de nieve, con clavos. Eso es un
factor que no se tiene en cuenta en el cálculo de los coeficientes de los
puertos, pero hay firmes que producen una fricción muy elevada y cansan más. El
Portalet desde Laruns tiene un coeficiente superior, por ejemplo, al Alpe
d’Huez, pero la realidad es que estos cálculos no tienen en cuenta la
acumulación de cansancio que producen tantos kilómetros de subida. Subir dos Portalets,
por su longitud, es duro.
El ascenso va jalonado de centrales eléctricas, ya que
agua no falta. En Artouste (donde parte el telecabina al trenecito turístico
más alto de Europa) hay un embalse (naturalmente lleno este año y que el año
pasado estaba vacío). El ascenso al Portalet por la vertiente francesa se
caracteriza por ser una carretera que sigue un torrente (la Gave d'Ossau). Casi nunca
encontraremos lazadas, lo que lo hace desde este punto de vista monótono. Solo
al llegar a la presa encontraremos tres series de lazadas, pero breves.
Tren de Artouste
Al alcanzar el embalse tendremos unos kilómetros de descanso, antes de emprender los 10 últimos kilómetros que se endurecen gradualmente. Tendremos cuatro kilómetros al 6-7%. Menos mal que agua no faltaba, porque este último tramo con un sol de justicia, sin una sombra y con el viento a favor (lo que daba una sensación de viento inexistente, ni tan siquiera el creado propiamente por la bicicleta) recalentaba el motor que daba gusto y ya es sabido que si la temperatura del cuerpo sube y no se refrigera, el rendimiento baja.
Tren de Artouste
Al alcanzar el embalse tendremos unos kilómetros de descanso, antes de emprender los 10 últimos kilómetros que se endurecen gradualmente. Tendremos cuatro kilómetros al 6-7%. Menos mal que agua no faltaba, porque este último tramo con un sol de justicia, sin una sombra y con el viento a favor (lo que daba una sensación de viento inexistente, ni tan siquiera el creado propiamente por la bicicleta) recalentaba el motor que daba gusto y ya es sabido que si la temperatura del cuerpo sube y no se refrigera, el rendimiento baja.
Lago de Artouste en los dos sentidos. Puede verse la línea del teleférico (hacia la cima de la izquierda) y luego, arriba, la horizontal del tren
Parte final del puerto por el lado francés. Aquí arriba sí que adquiere aires de puerto.
Cuando vi
los coches aparcados por gente que parte desde ese punto al refugio del Midi (Ref.
de Pombie) empecé a aplaudirme. Ya estaba hecho, pero iba ya justo de fuerzas. Al
llegar al puerto bajé de la bici y me pedí un bocata y dos coca colas. Me senté
mirando hacia el Midi d’Ossau y repuse fuerzas mientras recordaba aquella escalada
excelsa que hicimos por su cara Norte ya hace un montón de años. Aquel día fue
sensacional.
Bajada a
saco con el dúo de la Benemérita en moto tras mi estela, hasta que finalmente me
pasaron. Me refresqué bastante a pesar del calor y pensé en la dureza de la
Quebrantahuesos que en plena bajada, en Escarilla, se desvía hacia Hoz de Jaca
para añadir un pequeño puerto más. La puntilla.
El
esfuerzo hecho hoy supera a la Trepariscos e incluso (en mi opinión) a la
variante corta de la Puertos de la Ribagorza.
110,8 kms.
(casi 56 kms. de subida total) y 2.615 m.
de desnivel acumulado, batiendo mi record, que estaba en la ascensión efectuada
el año pasado al Telegraphe-Galibier con 2.545 m. Casi 4.500 calorías quemadas para el empeño.
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