Tocaba ya asistir en directo, por una vez en la vida, al Tour
de France, y más ahora que pedaleo con loca afición. Y además este es un año especial, ya que es la
edición 100 del Tour.
Y para verlo en su mejor ambiente nada mejor que ir a un
puerto del Pirineo.
Nada mejor que irse al último col del recorrido, además el más
próximo a Graus (junto con Val Louron-Azet), donde con toda seguridad los ciclistas
ya llegarían con las fuerzas al límite. La etapa finalizaba en
Bagneres-de-Bigorre, 30 km.
pendiente abajo una vez pasado el puerto. Y es que además la Hourquette es mi
puerto preferido.
Madrugué bastante y llegué a Guchen bien pronto, a pesar de
que el túnel de Bielsa está con semáforo y sólo se puede circular
alternativamente. Unos cuantos coches de ciclistas, con las mismas intenciones,
ya me precedían.
Mi plan resultó perfecto: aparcar a pie de puerto y subirlo con la bici. Sus más y sus menos para dejar el coche en la calle por
donde iba a pasar el Tour. Después de debatir la cuestión con unos chavales que
habían venido con sus bicis desde Huelva (¡olé afición!), optamos por dejar acertadamente
los coches donde estaban.
Mientras me preparaba para subir el puerto con la bici la
gente pasaba caminando a raudales con la
alegría en el rostro y es que el Tour es una fiesta anual en Francia. Y
ciclistas también pasaban en buen número. El día se presentaba de bandera.
Me despedí de los andaluces, que iban a subir más tarde, y
acometí las fuertes rampas de la Hourquette que ya había cerrado al tráfico la
Gendarmerie. Como puede verse en la altimetría que acompaño, los primeros
cuatro kilómetros son salvajes. Hay momentos que vas al 14 y al 15% con mucho 10 y 11%. Pero como
el espectáculo era impresionante la verdad es que no me enteré. Me faltaban
ojos para ver las innumerables tiendas de campaña, coches y MotorHomes que, sin
dejar un solo agujero, jalonaban todo el lado derecho de la estrecha carretera
(a la izquierda es totalmente imposible aparcar durante todo el puerto).
Mucha gente muy joven. Los más pequeños los distraían los
padres (faltaban seis horas para que pasase el Tour) jugando a cartas. Mucha
gente subía a pie llevando neveras con abundante comida. A esto añadían
parasoles y sillas. Especialmente sillas. La cantidad de gente sentada a lo largo
de la carretera ya de buena mañana era ingente.
Y los que estaban sentados se distraían de diferentes formas.
Mucho español que ya le daba a la bota de vino sin descanso. Los había que
hacían crucigramas y sodokus. Otras leían la prensa y hasta vi a un joven tragándose
un manual de Windows/Linux.
Sombra en esta primera dura parte de la ascensión donde los
aplausos no me faltaban. La gente ya empezaba a calentar palmas. Llevaba el
maillot de la Quebrantahuesos y los vascos en cuanto lo veían me gritaban
¡Aupa! Me extrañaba ver tanta camiseta del Barça, pero es que luego me
explicaron que el Eibar va como el Barça, de azul y grana.
Antes de alcanzar el punto donde hay un excelente mirador sobre
el valle (con esta pendiente bastan unos pocos kilómetros para tener una bella
vista) me alcanzó un grupo que iban uniformados con maillots del centenario del
Tour. Iban tres jóvenes chicas en el grupo y una de ellas al pasarme vio que llevaba el
culotte del RadioShack, que es un equipo de ciclismo yanqui que participa en el
Tour (el ex equipo de Amstrong) y me saludó inmediatamente con un ¡Hei RadioShack!
Venían de Reno, Nevada, para ver el Tour y subir sus cols famosos. Estuvimos
charlando un rato (en reciprocidad me preguntó de donde era yo) ya que no iba
mucho más deprisa. Como se tomaron descanso en el mirador, llegamos arriba a la
par.
En el mirador
Colegas yanquis subiendo el puerto llegando al mirador
La chica de Reno, en el mirador
El puerto ya estaba a tope, pero esto no era nada. Con el
paso de las horas cientos de ciclistas continuaron llegando. Y cuando digo cientos,
es que eran cientos.
En el collado
Me asomé a la otra vertiente del puerto, mucho más suave,
donde se puede acampar sin problemas. Impresionante. Y toda esa gente acampada
estaba subiendo andando al puerto. Un puerto ocupado mayoritariamente por los vascos con sus camisetas
naranjas del equipo de ciclismo vasco Euskatel (
equipo que puede caerse de la élite del ciclismo el próximo año). Auténtica pasión la de los vascos por el
ciclismo.
Panorama de la otra vertiente del puerto
Una vez que fui fotografiado en el puerto descendí unos
cincuenta metros y vi a dos personas que también llevaban el maillot de la
Quebrantahuesos, así que enseguida hubo compadreo. Habían participado también
en la Treparriscos y eran de Zaragoza. Padre e hijo, Florencio y Juan.
Si me había distraído subiendo, en el collado, con la
continua afluencia de ciclistas el espectáculo era increíble. Me agencié un sándwich
y una birra (ya no pude repetir, porque agotaron existencias.
Désolé, me dijo
el chaval del chiringuito) que me la había ganado subiendo este corto (10 km.) pero exigente puerto,
mientras observaba como la gente se iba sentando por las laderas del collado.
Un sol de justicia y sin sombrero (el casco no sirve) y ni
una sombra. Bueno, durante un rato, hasta que el sol se puso en todo lo alto, una
rulote nos concedía sombra con el permiso de la madame propietaria (ver foto más adelante).
La espera tuvo sus distracciones. Apareció la televisión
vasca con un equipo móvil y al momento aparecieron como doscientos ciclistas
vascos agrupados que venían subiendo el puerto y pidiendo a coro, a grito
pelado, una Federación Vasca de Ciclismo. Como el vasco no es lo mío creo que
pedían eso.
Se iba llenando de ciclistas
Solo por ver la fauna humana ya vale la pena asistir al
espectáculo. Más o menos una hora antes del paso de los ciclistas pasa la
caravana publicitaria, una auténtica locura sobre ruedas. Como arrojan al
personal múltiples cosas la gente enloquece. Yo intentaba conseguir uno
de los múltiples sombreros que tiraban. Hubo suerte y pude zafarme un poco de
la torrada que caía.
Y como siempre me ocurren cosas raras, pues el Tour no podía
ser una excepción. Habíamos dejado las bicis apoyadas en la hierba de la
ladera, la cual tenía en ese punto una fuerte pendiente.
Había una mujer, ya de una cierta edad, detrás
de mí, un poco más arriba. Le echaron algo (la variedad de objetos que llega a arrojar
la caravana publicitaria es inmensa) que cayó a sus pies y al ir a cogerlo se
venció hacia delante cayendo y resbalando de cara por encima de las bicis, con
tan mala suerte que al pasar por encima de la rueda de la de mis compañeros de
Zaragoza, la válvula de hinchado de la rueda le empitonó la rodilla. Como se
quedó con todo el cuerpo cara abajo (con la cara en plena carretera) era muy
complicado sacarla de la posición que se hallaba con riesgo de lesionarla más.
Imposible mover a la lesionada. La mujer está clavada en una de las bicicletas de mis dos colegas que llevan también el maillot de la QH y están pidiendo un parasol.
Se lió una de cuidado, con gendarmes, sanitarios, médicos y
al final ambulancia. Era surrealista.
Antes de la llegada de los ciclistas pasó un coche en el que
iba
el famoso Poulidor, con su cabello blanco y su maillot amarillo. Aplausos
del personal. Y es que Pou Pou (púpú) sigue siendo el ídolo ciclista francés
por excelencia.
Y finalmente llegó el momento. El ruido de los helicópteros nos
advirtió que ya estaban los ídolos, al fin, allí. Pasó el coche rojo del
director de la prueba en el cual iba, excepcionalmente como invitado, el Presidente de la República
Francesa, Hollande.
Primero pasaron ligeramente escapados Dani Martin y Fuglsang.
Martín ganó la Volta a Catalunya este año y es sobrino del legendario Roche y vivé
en Gerona, y aunque irlandés ya chapurrea el catalán.
A Martin no lo pillaron y acabó ganando la etapa.
Los escapados con Martin al frente, animados por la madame de la rulote, que prefiere alentarles desde la cocina.
Y detrás las fieras. Ahí venían agrupados la flor y nata del
ciclismo mundial: Froome, Contador, Purito, Valverde, Quintana, Schlek, Evans,
etc. Un gustazo verlos pasar.
Kreuziger, Schlek y Froome abren el grupo de los mejores.
En el grupo va Quintana (maillot blanco líder de los jóvenes) y Valverde. También pasa Cadel Evans.
El rugido de las masas puerto abajo nos avisaba de la
llegada de corredores, que iban llegando en pequeños grupos. Una carrera rota
desde el primer puerto y un sálvese quien pueda. Este año los Pirineos han tenido
efectos impresionantes sobre la carrera con fuerte impacto sobre la clasificación
general.
Van pasando grupos, descolgados y arrasados físicamente
Pasó Voeckler (en el centro, de verde), idolatrado por los franceses, aunque nunca ha hecho podio en ninguna de las grandes vueltas. Ahora, con 34 años, ya se le pasa el arroz. Pasó tocandóse el corazón para indicar a la gente que lo ponía todo, pero que la máquina ya no da para más.
Naturalmente tengo muchas más fotos y video (la camára permite filmar y al mismo tiempo ir obteniendo fotos), pero no voy a llenar la página más.
Un corredor que el día anterior pasó a ser el segundo en la
clasificación general, Porte, pasó destrozado a dieciséis minutos, ya
definitivamente sin posibilidades de acabar en el podio. El, supuestamente, imbatible
equipo Sky recibió un severo varapalo en esta etapa, demostrándose una vez más
que no hay nadie infalible (hasta uno de sus corredores, Kiryienka, llegó fuera
de control. Daba pena verlo a su paso por el collado, con el coche escoba detrás).
Lástima que el colombiano Quintana (
me gusta mucho este chaval,
como pude comprobar en Vallter 2000) no acosase más a Froome,
quien le tiene auténtico miedo y que ha salido líder de
las dos etapas del Pirineo, a pesar de que el equipo hace aguas.
Porte pasa hecho polvo
Y pasado el coche escoba, el caos. Todo el mundo puerto
abajo, aunque algunos subían ya que tenían el coche en la otra vertiente. Bajábamos
con bici más gente que en la Treparriscos y la masa que descendía andando era
espectacular.
Hubo hasta atascos bajando la Hourquette
Y en el túnel de Bielsa un cacao de cuidado, al volver todos
los españoles de golpe, y el semaforito en acción. Media hora de cachondeo. Las
botas de vino iban que volaban.
Cola horrorosa en el túnel.
Como dejé el video grabando la etapa (TDP) me ha hecho
gracia ver mi coche al pasar los ciclistas por Guchen y verme también en el
collado.