Ya el año pasado quería participar en esta marcha
que se realiza anualmente con inicio en el campo de fútbol del Barcelona y
final en la bella ciudad de Sitges. Un recorrido de unos 41 km. (más los que hacen
falta para llegar al Nou Camp) hacia el sol del sur.
Sin embargo el sol brilló por su ausencia y
llegamos (realicé está excursión con Román y Valen) al Nou Camp con abundante
lluvia, que aún duro unos pocos kilómetros más, pero que despareció al cruzar el río
Llobregat.
Unos 2.300 ciclistas por un trazado cerrado al
tráfico. Un auténtico estrés los primeros kilómetros al estar rodeado de tanto
ciclista con el riesgo de hacer/que te hagan “el afilador”. Pero un gustazo
recorrer la bella carretera que une Castelldefels con Sitges (Costas de Garraf) con todo su ancho
a disposición de las bicicletas. Una buena idea esta marcha ya que permite realizar
este trayecto tan peligroso sin riesgo.
Y después una buena paella para redondear el día
mientras el cielo descargaba agua sin parar. Por poco, pero nos salió redondo. Mi santa llegó en tren a la “Blanca Subur”, para no perderse
la paella, y en tren volvimos todos a casa.
Como anécdota a destacar la de
coincidir con una ciclista irlandesa muy joven (ver en las tres fotos que siguen, la segunda, con la chica llegando al lado de Valen), que está atravesando
Europa en bici, tarea que le llevará todo el invierno.
La chica iba con una bici cargada hasta los topes y contrastaba con las ligeras bicicletas que llevábamos todos. En la cola de salida estuve hablando con ella. Iba tranquilamente recorriendo la costa cuando de repente le llegó la oleada ciclista. No salía de su asombro por haber coincidido con algo para ella inimaginable.
Le ayudé a obtener el regalo que daban los patrocinadores del evento (Mundo Deportivo), ya que no se había inscrito, pero resultó que el regalo era un DVD de una final de fútbol del Barça. Vaya fiasco. Nos despedimos con un ¡buena suerte! Juventud, divino tesoro.
La chica iba con una bici cargada hasta los topes y contrastaba con las ligeras bicicletas que llevábamos todos. En la cola de salida estuve hablando con ella. Iba tranquilamente recorriendo la costa cuando de repente le llegó la oleada ciclista. No salía de su asombro por haber coincidido con algo para ella inimaginable.
Le ayudé a obtener el regalo que daban los patrocinadores del evento (Mundo Deportivo), ya que no se había inscrito, pero resultó que el regalo era un DVD de una final de fútbol del Barça. Vaya fiasco. Nos despedimos con un ¡buena suerte! Juventud, divino tesoro.
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