El lunes por la mañana me lo pasé bomba. Y es que cuando a la caverna mediática le dan pasto anticatalán está la cosa de lo más sabrosón. Y además me lo pase doblemente bien, ya que me dediqué a escribir en algunos de sus foros, diciéndoles cuatro cosas, contra corriente y marea de los que vomitaban de buena mañana. Supongo que les supo a cuerno quemado, ya que los que se creen en posesión de la verdad no aceptan opiniones en contra.
Lástima que poco después me apareció un virus en el PC, con el cual me he estado peleando varios días, y no pude escribir nada en el blog sobre el tema.
Naturalmente la caverna no entiende de que va esto del referéndum. Y es que va de hartazgo. En este país se creó un estado autonómico precisamente para que las “provincias” dejasen de ser tratadas al estilo de un cortijo andaluz con señorito. Pero parece que aquí nada cambia y aún hay muchos que se creen propietarios del país (y de sus gentes).
Y como decía El País, el que quiera, que vea la espuma (los resultados) y el que entienda, que se fije en el mar de fondo que se va creando. Aquí no cabe lo de que los independentistas son terroristas. La coartada para negar al País Vasco el independentismo no sirve en Catalunya.
Y decía lo del hartazgo, porque ya son muchos años de chalaneo, consecuencia de una transición mal hecha, por más motos y documentales que nos vendan. Y está mal hecha porque, primero, a los traspasos no se les puso fecha, por lo que se convirtió en una cesión del centro hacia la periferia a cambio de favores electorales y de todo tipo. Así tuvimos que asistir al apoyo de CiU (Pujol) al PP para que gobernase a cambio de recibir las transferencias que era obligado llevar a cabo. Encima Catalunya quedaba como pedigüeña, como si se le concediesen favores.
Pero lo más grave es que no se contempló la adecuación de los ingresos de las Autonomías a las transferencias, por lo cual se entró en una segunda fase de chalaneo por la obtención del dinero necesario para financiarlas, fase en la que aún nos hallamos y que parece ser que durará otros treinta años.
El hecho es que se ha conseguido fijar en el imaginario español que los catalanes se han estado llevando el dinero del resto de los españoles, cuando precisamente ocurre todo lo contrario; Catalunya tiene un gran déficit fiscal, pero ya se sabe que si se repite una mentira muchas veces al final se transforma en una verdad (invento de Goebbels).
Explicado lo del hartazgo, nada mejor que hablar de ese Referéndum, que evidentemente no sirve de nada práctico, pero si mucho en el aspecto moral. Y me voy a centrar un poco en los números, porque precisamente la caverna se centra en ellos.
En primer lugar una baja participación, lo que ya parece ser suficiente para invalidar todo.
Participación en Catalunya de un 30%, sin campañas en ningún medio de comunicación, ni cartas a domicilio, ni vallas en las calles, ni grandes mítines, ni visitas a centros comerciales, empresas, etc.
Referéndum por la Constitución Europea. Media de España, 42,32%, todo ello acompañado de millones de euros gastados en hacernos ir a votar y votar Sí.
Ese 42,32% consiguió un 72% de síes y el 30% catalán un 94,71%.
Si multiplicamos 42,32% x 72 % tenemos que con un 30,47% de síes se aprobó la Constitución.
Si multiplicamos los datos catalanes tenemos 30% x 94,71% lo que da un 28,41 % de síes. ¡Que cerquita!, ¿no?
Y nadie dudó de que la Constitución Europea estaba aprobada y bien aprobada (repasando las hemerotecas sorprende como se oculta, en lo que se puede, el dato de participación).
Más números. ¿Qué pasaría si en una votación real se doblase el número de votantes, por ejemplo 60%, y ese 30% adicional que ahora no ha votado, votase sólo un 10% afirmativamente (¡cuánto no, eh!)?
Pues tenemos una mayoría de síes, y con una votación que es bastante significativa porque representa un 60%.
30% x 94,71% = 28,41 %
30% x 10% = 3%
Total ¡31,41%! de síes, lo que significa más del 50% afirmativo.
Por lo tanto hay que tener mucho cuidado con los números. No se puede ser tan simplista. Ves a saber por donde iría una votación real sobre este tema. Pero tranquis, que no habrá tal.
Lo que si habrá es un aumento del hartazgo cuando se pronuncie el Constitucional al estilo Julia Roberts.
Lástima que poco después me apareció un virus en el PC, con el cual me he estado peleando varios días, y no pude escribir nada en el blog sobre el tema.
Naturalmente la caverna no entiende de que va esto del referéndum. Y es que va de hartazgo. En este país se creó un estado autonómico precisamente para que las “provincias” dejasen de ser tratadas al estilo de un cortijo andaluz con señorito. Pero parece que aquí nada cambia y aún hay muchos que se creen propietarios del país (y de sus gentes).
Y como decía El País, el que quiera, que vea la espuma (los resultados) y el que entienda, que se fije en el mar de fondo que se va creando. Aquí no cabe lo de que los independentistas son terroristas. La coartada para negar al País Vasco el independentismo no sirve en Catalunya.
Y decía lo del hartazgo, porque ya son muchos años de chalaneo, consecuencia de una transición mal hecha, por más motos y documentales que nos vendan. Y está mal hecha porque, primero, a los traspasos no se les puso fecha, por lo que se convirtió en una cesión del centro hacia la periferia a cambio de favores electorales y de todo tipo. Así tuvimos que asistir al apoyo de CiU (Pujol) al PP para que gobernase a cambio de recibir las transferencias que era obligado llevar a cabo. Encima Catalunya quedaba como pedigüeña, como si se le concediesen favores.
Pero lo más grave es que no se contempló la adecuación de los ingresos de las Autonomías a las transferencias, por lo cual se entró en una segunda fase de chalaneo por la obtención del dinero necesario para financiarlas, fase en la que aún nos hallamos y que parece ser que durará otros treinta años.
El hecho es que se ha conseguido fijar en el imaginario español que los catalanes se han estado llevando el dinero del resto de los españoles, cuando precisamente ocurre todo lo contrario; Catalunya tiene un gran déficit fiscal, pero ya se sabe que si se repite una mentira muchas veces al final se transforma en una verdad (invento de Goebbels).
Explicado lo del hartazgo, nada mejor que hablar de ese Referéndum, que evidentemente no sirve de nada práctico, pero si mucho en el aspecto moral. Y me voy a centrar un poco en los números, porque precisamente la caverna se centra en ellos.
En primer lugar una baja participación, lo que ya parece ser suficiente para invalidar todo.
Participación en Catalunya de un 30%, sin campañas en ningún medio de comunicación, ni cartas a domicilio, ni vallas en las calles, ni grandes mítines, ni visitas a centros comerciales, empresas, etc.
Referéndum por la Constitución Europea. Media de España, 42,32%, todo ello acompañado de millones de euros gastados en hacernos ir a votar y votar Sí.
Ese 42,32% consiguió un 72% de síes y el 30% catalán un 94,71%.
Si multiplicamos 42,32% x 72 % tenemos que con un 30,47% de síes se aprobó la Constitución.
Si multiplicamos los datos catalanes tenemos 30% x 94,71% lo que da un 28,41 % de síes. ¡Que cerquita!, ¿no?
Y nadie dudó de que la Constitución Europea estaba aprobada y bien aprobada (repasando las hemerotecas sorprende como se oculta, en lo que se puede, el dato de participación).
Más números. ¿Qué pasaría si en una votación real se doblase el número de votantes, por ejemplo 60%, y ese 30% adicional que ahora no ha votado, votase sólo un 10% afirmativamente (¡cuánto no, eh!)?
Pues tenemos una mayoría de síes, y con una votación que es bastante significativa porque representa un 60%.
30% x 94,71% = 28,41 %
30% x 10% = 3%
Total ¡31,41%! de síes, lo que significa más del 50% afirmativo.
Por lo tanto hay que tener mucho cuidado con los números. No se puede ser tan simplista. Ves a saber por donde iría una votación real sobre este tema. Pero tranquis, que no habrá tal.
Lo que si habrá es un aumento del hartazgo cuando se pronuncie el Constitucional al estilo Julia Roberts.
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