Mi primera participación en la mayor concentración de
ciclistas de España se ha saldado con bastante éxito. A la tercera va la
vencida. Después de caerme en la Puertos de la Ribagorza, cancelarse La Jacetania
por mal tiempo (y además caerme de nuevo con la BTT), la tercera prueba a la
que estaba inscrito ha sido algo fantástico, aunque mi objetivo era hacer el recorrido
en menos de cuatro horas (oficiales) y se me ha escapado por un minuto y veinte
segundos. Una pena, ya que me hacia ilusión, no solo acabarla con un tiempo
aceptable, sino hacerla a un promedio superior a 20 km/h.
Aquí vino el primer error, ya que son 85 km. en vez de los 80 que creía erróneamente y para hacerla en 4
horas hay que ir a algo más de 21
km./h. En mi Garmin Forerunner puedo programar un
promedio a seguir y el aparato me va indicando de forma bien visible los
minutos y segundos que estoy por encima o por debajo del promedio indicado.
Fiándome de que iba bien, acabé, por poco, por encima de las 4 horas. Debía haber
introducido 21,3 km/h.
y no habría fallado.
Sin embargo, como hice una única parada de 4 m. 16 s. se que cumplí lo
previsto y estoy satisfecho. El año que viene no habrá que despistarse en
pequeños detalles y seguro que lo logro.
Salí de Graus con buen madrugón a las 4.20 h. Debía llegar
pronto a Sabiñanigo, origen y final de la Quebrantahuesos y la Treparriscos,
para aparcar próximo a la salida. Además debía recoger los dorsales, ponerlos y
preparar “la intendencia”.
A pesar de la niebla (la temperatura muy baja para la fecha,
con nueve grados al pasar Foradada) el trayecto lo hice en tiempo record (solo
me crucé con un coche en el recorrido, ya llegando) gracias a la nueva
carretera que enlaza Fiscal con Sabiñanigo. Aproveché para mirarme bien ese
tramo ya que poco después iba a pasar por allí con la bici. Horroroso puerto
(estilo Foradada) sin una puñetera sombra y con dos túneles, el último
larguísimo, de 2,6 km.
Subida exigente y soleada.
Llegué a Sabiñanigo, al área de salida (Pirenarium), nueva
este año, y parecía que no había ni el apuntador. Pero sí. Había una única
persona para decirme que el área prevista de parking estaba inhabilitada por
las fuertes lluvias de los días anteriores y que me fuese a aparcar al
cementerio, ya que la zona próxima a la salida estaba a tope.
Majo lugar para aparcar la tapia de un cementerio. Noche
cerrada, diez coches en el parking, todos de ciclistas que estaban sobando allí
y jirones de niebla para dar ambiente. Y excursión para ir a recoger el dorsal
a oscuras y sin frontal. Ni un coche aún.
Me dieron mi placa-chip con el número 10190 y un maillot y
entre otras cosas un kg. de propaganda. Cuando volví a pasar al lado del único
ser vivo que había por allí para controlar el aparcamiento llegó un gabacho que
no entendía nada de donde debía aparcar y me ofrecí a llevarle al sitio. Mira
por donde me ahorré la excursión de regreso.
Fui preparando todo mientras amanecía y en minutos empezó a
llegar un aluvión de coches.
Decidí minimizar el peso al máximo, menos en geles y
líquido, ya que tenía previsto hacer una única parada de avituallamiento. No me
llevé mancha, ni cámara de recambio, ni palancas, ni teléfono. Sólo dinero, un
cortavientos, unos manguitos y venga, a pasar frío, que hacía una rasca de
cuidado.
Me costó encontrar el punto de salida de la Treparriscos ya
que los ciclistas que la hacen no se sitúan a la cola de la QH, sino que quedan
formando una T, o sea la cabeza de nuestra prueba daba con el inicio de la QH
(pero con valla separadora por el medio).
A pesar de las vueltas llegué a tiempo de formar en primera
línea y es que eran las seis y media. Tiempo para hablar con los colegas, uno
de Huesca y otro un chaval de Valencia, de esos que son una pluma y tienen la
pinta de tener un motor imponente. Pasamos frío. Hubo un momento que dejé la
bici en el suelo y me puse a hacer ejercicio.
En ello estaba cuando mis ojos se quedaron atónitos. De
entre 11.500 ciclistas que participan en el evento, ¿quien tenía enfrente? Pues
a Edurne Pasaban, que participaba en la QH. Aproveché para saludarla y darle
ánimos. Una cosa es el alpinismo y otra el ciclismo. Y la musculatura que
exigen los dos deportes es diferente. ¡A triunfar! le dije. Naturalmente no le dije que era “el del Aneto”.
A las siete y media se dio la salida a la QH y durante 35
minutos asistí a un espectáculo increíble: 9.500 ciclistas desfilaron por
delante de mis gafas. Hay que verlo, no se puede explicar.
En teoría la Treparriscos salía tras la QH a las 8, pero en
realidad acabamos saliendo a las 8.20. Desde el punto que estábamos nos
desplazamos hasta el punto de salida oficial y en un tramo de cien metros me
pasaron cincuenta personas. ¡Con que hambre salían las fieras! Esperamos al
cohete de salida y después de dar la vuelta al polígono enfilamos la carretera
que lleva a Biescas por la orilla derecha del río (Larrede, Oros Alto y Oros Bajo). Un trayecto precioso que pienso hacer otro día en plan turístico.
Saliendo (todos de manga larga, je, je)
Saliendo (todos de manga larga, je, je)
Cuando llegamos a Biescas (con todo el pueblo volcado en la carretera animando) los nubarrones se disiparon y quedó un día de bandera, con el sol calentando, pero con el aire frío. El cortavientos y los manguitos no sobraban (bueno para los chicarrones vascos, que abundaban, sí) ni subiendo.
Este tramo de Sabiñanigo a Biescas es puñetero porque tiene
subidas cortas pero fuertes (ver perfil del recorrido) para luego perder la
altura ganada con su correspondiente bajada. Un rompepiernas.
En Biescas (primer avituallamiento, que me salté) empieza la
bonita subida del puerto de Cotefablo (13,8 km.). Suave al principio, se pone la
carretera un poco tiesa en Gavín, donde hay un estrecho túnel sin iluminar.
Como es corto, la luz que entra por el otro extremo hace brillar los cascos y
así puedes controlar a los que te preceden (nadie lleva luces, que pesan). Para
que los que vienen detrás no te embistan basta con ir silbando la tonadilla de
Verano Azul.
En Gavín me llevé la sorpresa del día. Pasé pegado a un
grupo de espectadores que estaba en la orilla de la carretera animando y se
pusieron a gritar ¡ánimo Joaquín!¡venga Joaquín! Miré alrededor convencido de que los
gritos iban dedicados a otro ciclista conocido por aquella gente, pero no, ya
que iba solo en ese momento. No salía de mi asombro. ¿Quiénes deben ser? ¿Cómo me han reconocido?
Más arriba había otro grupo de jovencitas vestidas de
cheerleaders, con sus plumeros de colores, seguro que para animar a un equipo
de amigos. Pero cual fue mi sorpresa cuando al llegar a su altura volví a oir otra
vez lo mismo con los plumeros en movimiento: ¡ánimo Joaquín!¡venga Joaquín! Flipaba en colores y eso que el tema
era fácil de descubrir. Pero la sangre estaba en las piernas y el cerebro no estaba
para mucho encargo.
Después de Gavin hay tres kilómetros de relax y tras ellos
viene el tramo duro del puerto (donde hay fotógrafos oficiales), que solo se
acaba cuando se llega al largo y estrecho túnel (túneles de otros tiempos)
iluminado, que se recorre en menos de dos minutos. Al entrar al túnel hay una
cámara fija filmando el paso de todos y el video te lo puedes bajar gratis y lo
incluyo al final.
Véase como los dejo atrás subiendo Cotefablo, ja, ja.
Véase como los dejo atrás subiendo Cotefablo, ja, ja.
Al salir del túnel estaba el segundo avituallamiento, pero,
como ya había previsto, había overbooking, así que pedales y a saco Cotefablo
abajo. Como la carretera estaba cerrada al tráfico, la gozada fue salvaje. ¡Que
delicia! Eso sí, cuando cogía una curva cerrada sin visibilidad tomando el otro
carril me entraban sudores. Mira que si sale un coche…
Bajé bastante ancho (parecía como si todos se hubiesen
parado locos por la comida) y muy rápido ya que había que recuperar el promedio
y me volvieron a fotografiar en pleno disfrute. Puede verse que no me sigue nadie.
Al llegar a las cerradas curvas finales, donde ya se empalma con la carretera que viene de Torla, me pegué a la rueda del que me precedía, que trazaba de maravilla. Esta bajada la recordaré durante mucho tiempo.
Al llegar a las cerradas curvas finales, donde ya se empalma con la carretera que viene de Torla, me pegué a la rueda del que me precedía, que trazaba de maravilla. Esta bajada la recordaré durante mucho tiempo.
Entramos en Broto (también mucha gente aplaudiendo y
animando) y ahí se acabó lo bueno. Una buena subida nada más salir del pueblo me
devolvió a la realidad: había que seguir pedaleando, ya que estaba a mitad de
recorrido.
El trayecto hasta Fiscal se libraba bastante del sol y se
seguía estando fresquito, así que seguí aguantando la ropa extra para no perder
tiempo en sacármela. No se hacerlo en marcha, como los profesionales.
Y antes de entrar en Fiscal se gira hacia la derecha
cruzando de nuevo el río ya por la amplia y descomunal carretera inaugurada el
año pasado. Al otro lado del río había avituallamiento, poco concurrido en
comparación con el anterior (y es que la gente se iba dispersando por la ruta a
medida que avanzaba la prueba). Aproveché para parar y sacarme ya la ropa y cambiar
aguas (como ya explicó Amélie Nothomb en Metafísica de los tubos, tubos somos,
con orificio de entrada y otro de salida) junto a otros colegas con el
cachondeo correspondiente (las ciclistas tienen más complicado el tema del tubo) y
me obsequiaron después con una barrita y medio plátano. Líquido ya tenía pero
me pedí CocaCola y aquí vino el error, porque perdí tiempo ya que la jovencita
voluntaria tuvo que desplazarse para traérmela. Total, que al final me fui sin
la CocaCola ya que no llegaba y había devorado 4m. 16 seg. Esta tontería me costó el no hacer
la prueba en menos de 4 h. (oficiales).
En esta parada me dí cuenta que bajo el número de dorsal en
la placa ponía “Joaquín” y por eso todo el mundo me animaba por mi nombre. Como
había colocado la placa en la bici en plena noche no me había dado cuenta.
Menuda tontería.
Y aquí mismo el puerto empezaba sin perdón. Sol de justicia,
ni una sombra, carretera cerrada al tráfico por nuestro lado, pero coches
(amansados y lentos) por el otro lado.
Una buena sudada y aquí ya muchos empezaban a ir justitos.
Ya no se pasaba la gente con tanta facilidad ya que llevaban un par de
banderillas. Lo bueno de mi edad es que como los chicos jóvenes van por
delante, muchas chicas van en mis tiempos, por lo que voy rodeado de jovencitas
(las mujeres mayores en estas pruebas brillan por su ausencia). La lenta
velocidad permite charlas momentáneas y las típicas bromas sobre el calor. A
los espectadores (muchos sentados en sillas aguantando un sol de justicia bajo
amplio sombreros) les pedía el botijo. ¡El año que viene que no falte!, les
decía.
Este puerto, que yo sepa, sin nombre, tiene en su parte alta
un larguísimo túnel de 2,6 km.
que es una auténtica nevera (a la que se llega muy sudado). En el túnel se
sigue subiendo, por lo que se hace interminable. Está perfectamente iluminado.
Antes de este túnel hay otro corto.
Al salir del túnel hay aún quinientos metros de subida y
finalmente ¡tararí, tararí! toque de guerra y a tumba abierta. Como la
carretera es nueva tiene un firme sublime y como además es ancha bajé a lo máximo
que me daba la aerodinámica de mi bici (y de mi cuerpo). Al principio es un 6%,
que es poca pendiente para que la bici corra mucho, pero después incluso es
menos por lo que tuve que dar pedales con el cambio a tope (52x11), ya que
además hacía viento en contra.
Veía que estaba justo en tiempo de las 4h. y había que dar
pedales con ganas (y ya llevaba casi 80 km. en las piernas). Me pasó un grupo muy
bien organizado que bajaban dándose relevos para reducir el impacto del viento.
Me tuve que descolgar al no aguantar su ritmo y a otro colega le pasó lo mismo.
Sin decir palabra nos asociamos y nos fuimos dando relevos. Poco después
teníamos una jovencilla pegada detrás y cuando le tocó el turno también se
asoció (y sin decir palabra).
Cuando llegamos delante del cementerio, como ya sabía que
tenía la llegada a trescientos metros, me lancé a toda pastilla y dejé atrás a
los colegas.
Y aquí es cuando me llevé una enorme sorpresa. Toda una
avenida de gente, con gradas y todo, como si fuese el final de una etapa de una
gran vuelta. Y como entré solo y esprintando (¡intentando inútilmente las 4h.!)
y hacia rato que no llegaba nadie (*), pues me llevé una ovación enorme.
¡Menudo subidón! Llegué el 930 de 1.683 participantes que acabaron la prueba.
Dejar a 753 detrás de mí, a mi edad, me enorgullece mucho.
Hoy he procedido a analizar los tiempos de todos los
participantes y he visto que con solo diez minutos menos habría llegado el 786
y es que en estos tramos de tiempo llega mucha gente (en esos diez minutos
previos llegaron 144 participantes). 79 mujeres hicieron mejor tiempo que el que hice y 93 quedaron por detrás.
Pasada la meta me pedí otra CocaCola y me fui a recoger
diploma y medalla grabada. También tenía un vale de comida (Ternasco de
Aragón), pero tenía previsto ir a comer a Graus.
Me resta por explicar que el número de casas comerciales que
montan un stand de exposición de sus productos en esta orgía anual de la bicicleta es impresionante y hay una gran superficie dedicada al mundo de la
bici. Cientos de voluntarios ayudan a que este evento tenga éxito cada año y a
los que hay que felicitarles. Impresionante el despliegue de la Guardia Civil,
para cerrar al tráfico a la vez dos pruebas que discurren por diferentes trazados.
El año que viene volveré (y la haré en menos de cuatro
horas).
Nota:
La QH son 198,27
km. con cuatro puertos (Somport, Marie Blanque, Portalet
y Hoz de Jaca). Tres son de primera categoría, con un total de 69,2 km. de recorrido de subida.
La Treparriscos son 85 km. con dos puertos (Cotefablo y el otro
innominado), con un recorrido de subida de 22,8 km. Mi media fue de 21,1 km/h. Si hubiese
acabado en 3h. 54 m.
53s (¡tan solo siete minutos!) habría quedado justo en medio (841 por delante y
la misma cifra por detrás). A la Treparriscos le dan un desnivel oficial de 1.361 m., pero mi Garmin
marcaba más de 1.700 y es que los subes y bajas no se suelen contemplar, ya que
solo se considera el desnivel de los puertos. En cuanto a la distancia el
Garmin me marcó 83,8 Km.,
un poco menos, algo normal ya que con carretera cerrada al tráfico vas
trazando.
Edurne Pasaban hizo la QH en 10 h. 21 m. a una media de 19,15 km/h. Puede
parecer que yo sea más rápido pero la comparación no es válida ya que la QH
triplica en esfuerzo a la Treparriscos. ¡Lo que daría yo por hacer la QH y
acabarla dentro del tiempo límite (11h. 40 m.)!
(*) Hay que tener en cuenta que los tiempos se registran en
base al chip, al pasar por los puntos de control. Desde que sale el primero
hasta el último pasan muchos minutos, pero ese tiempo no se computa. La cuenta
empieza y acaba cuando pasas por meta. Puede ser que la persona que está en la
lista en el puesto 931 no haya llegado detrás de mí. Puedo haberlo hecho mucho antes
o mucho después. El que en la lista aparezca gente con tiempos próximos al mío
no quiere decir que llegasen justo delante o detrás de mí en la línea de meta.
Click en las fotos para verlas a mayor tamaño. La primera foto es llegando a la meta.
En el momento de entrar al túnel de Cotefablo. Voy de blanco (cortavientos), culotte azul oscuro y zapatillas blancas. Vengo por el carril de sentido contrario y me voy poniendo gradualmente en el centro sobre la línea blanca (desconfianza al entrar en el túnel).
Click en las fotos para verlas a mayor tamaño. La primera foto es llegando a la meta.
En el momento de entrar al túnel de Cotefablo. Voy de blanco (cortavientos), culotte azul oscuro y zapatillas blancas. Vengo por el carril de sentido contrario y me voy poniendo gradualmente en el centro sobre la línea blanca (desconfianza al entrar en el túnel).
No hay comentarios:
Publicar un comentario