martes, mayo 28, 2013

Desastre total

Uno llevaba ya bastantes días entrenando a fondo (Montsec, Tuixent-Port del Comte, Prades y Montseny) para poder participar por vez primera y con un poco de dignidad (uno ya tiene una edad) en la XIII Marcha Cicloturista Puertos de la Ribagorza en su versión corta de 135 km., que empieza y acaba en Graus. Una de las marchas más importantes del calendario ciclista español.

A las ocho de la mañana me mezclaba con los 2.300 participantes que, año tras año, acuden a esta importante marcha. De hecho yo llevaba el dorsal 2.615, pero según leí en la prensa fueron unos cuantos menos los que acabaron participando.


Madrugó mi santa para hacerme unas fotos y acompañarme en la salida. Aquí cometí el primer error, ya que según vi en la prensa, los socios del Club Ciclista Graus se ponen en primera línea. El año que viene ya me se la lección y es que se gana mucho tiempo si se sale delante, ya que la masa de bicicletas en movimiento es impresionante.

Todo marchaba de maravilla. Subí el puerto de Laguarres a mi ritmo y durante un rato me lo pasé en grande porque iba escoltado por tres motos de la Guardia Civil y otra de la organización. ¡Ni que fuese Alberto Contador!  Y es que la carretera estaba cerrada al tráfico.

Mucha gente aplaudiendo en la carretera en Capella, en Laguarres y en lo alto del Puerto. La bajada, impresionante. Era la primera vez que bajaba un puerto con el tráfico cerrado. Como suelo bajar rapidillo pensé que en la bajada pasaría a mucha gente. Ja. No llegaron a diez y eso que en muchos momentos daba pedales a fondo (52x11), alcanzando 60 km./h. Y es que hay mucha gente que lleva muchas millas en esto de la bici. La prueba es la cantidad de bicis de alto nivel que llegué a ver. ¡Que locura! Una verdadera fortuna circulando por tierras de la Ribagorza.

Más gente en Benabarre y en la bajada hacia Torres el viento hizo su aparición. Aquí disfrutaban de ventaja los que pertenecen a Clubs Ciclistas y que hacen la prueba en grupo, dado que se arropan y se dan relevos. Tuve que buscarme la vida poniéndome a rueda cuando me pasaba algún grupo y la verdad es que la velocidad a la que íba cuando conseguía pegarme a una grupeta, acostumbrado a trabajarme siempre el tema yo solito sin que nadie me corte el viento, era sensacional.


Y llegamos a Graus (unos 45 km. y faltaban 90 más). Llevaba una media de 23 Km./hora que, teniendo en cuenta que había subido un puerto, era el promedio más o menos previsto, lo que me iba a permitir acabar hacia las 14.30 h. Aceptable para mis añitos.

Pero aquí llegó el desastre. Angelines me esperaba con un avituallamiento frente a su casa. Barritas, geles, líquido, un besito y adiós. Aceleré mientras saludaba a los de Maella y más adelante aparecían cuñado y amigos. Levanté la mano para saludar (pero seguía en aceleración) y me olvidé que hay un precioso paso de peatones, de esos que sobresalen del suelo con muy mala leche y ¡zas!, choque de la rueda delantera que se cruza y el nene por los suelos. ¡Que bochorno! ¡Mira que no he pasado por ahí con la bici miles de veces! Me podría haber caído en cualquier otro sitio, jolín.

Daños colaterales: Un codo y la cadera bastante tocados, una costilla que emite señales de vez en cuando y una pequeña rotura fibrilar en un gemelo, gracias a estos eficientes pedales automáticos que llevamos, pero que cuando te caes no se disparan y pasa lo que pasa. Un maillot y el GoreTex echados a perder (y suerte que llevaba manga larga, lo que evitó males mayores, ya que el asfalto es una máquina de lijar). Y la bici con un buen golpe en el manillar (hoy la tengo a revisión profunda, ya que es una máquina perfecta que no debe desajustarse lo más mínimo, so pena de perder eficiencia). Gente de la organización llamó a una ambulancia (yo solo quería Betadine) y me llevaron a la Cruz Roja para ver si había mayores desperfectos. El servicio y la atención fueron estupendos y hay que felicitarles.

Los daños físicos se superan y no han sido importantes. Pero no hay consuelo para el daño moral, en primer lugar porque me lo estaba pasando en grande y en segundo lugar porque llevaba mucho tiempo esperando este momento… y ahora hay que esperar un año más.

Pero, como uno es tozudo, cuando cuerpo y bici estén reparados, la XIII edición de la prueba, en su versión repesca, será efectuada por un servidor en solitario y los 135 km. serán recorridos con la mayor ilusión del mundo a pesar de que esta vez no tendré fans que me animen, pero tampoco correré riesgos saludándolos.

Aprovecho para felicitar a la organización. Un diez (porque no hay once).

Nota 1: Mi querido amigo de Graus, Peirón, ha calificado esta caída de INMOLACIÓN. Es un cachondo.

Nota 2: A pesar de que era la edición XIII, sigo sin ser supersticioso.


Foto: subiendo el primer puerto, el Castillo de Laguarres.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Anims Quim!!
Segueix que ho fas molt bé! segueix insistint no et desanimis pels entrebancs físics.L´important de veritat és la teva passió pel que fas...i què és la vida sense passió?Ets feliç fent el que fas i això no té preu amic meu!

Víctor "Guadiana" ;)

Kim Ricarte Aventín dijo...

Gracias Victor. El día 8 me espera La Jacetania. Veremos que pasa. Más dura que la Puertos de la Ribagorza.

Anónimo dijo...

pobesito, ya pasó,ya pasó. Así me gusta, que seas positivo y estes pensando en la próxima edición
besetes
peña

 
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