Para después reconstruirlos, pagando, claro, sus habitantes. Espero dentro de poco poder comentar un libro leído este verano, realmente clarificador: La doctrina del shock, de Naomi Klein. Este libro permanecía en las estanterías de mi librería desde el año 2008, esperando su lectura completa, ya que solo había leído partes de él.
Y mira por donde, un libro escrito antes de la crisis económica y de la revolución libia, resulta ser una obra profundamente clarificadora y explicativa de lo que está ocurriendo. Uno de los temas claves del libro es el de la destrucción de países como negocio. Algo que nos parecía conspiranoico y fuera de toda racionalidad, resulta, con los hechos que vamos viendo con el tiempo, que es algo ya muy evidente y horripilante.
El ejemplo de destrucción como negocio tiene su caso práctico más sangrante en Irak. Le hemos dado la vuelta al neocolonialismo del siglo XIX y XX y ahora (siempre se mejora) se utilizan otros métodos para explotar económicamente a países con recursos.
Ya todos sabemos a estas alturas que no había ningún motivo para invadir Irak. Todo fue un montaje, pero el país se invadió y ahí están desde entonces los americanos. ¿Quedarse el petróleo? Hay algo más profundo y sutil: destruir el país para reconstruirlo pagándolo con sus propios recursos, su petróleo. Naturalmente las empresas que llevan a cabo la reconstrucción son norteamericanas, pero aún hay algo más.
La totalidad de las empresas iraquís han sido destruidas y barridas y en su lugar imperan las empresas USA que ni tan siquiera dan empleo al pueblo iraquí. El ejército y la seguridad están totalmente externalizados, siendo empresas americanas las que gestionan la guerra, guerra que paga el contribuyente norteamericano (el contribuyente pobre, como estamos viendo). Y además las empresas de armamento facturando que da gusto. Es un negocio completo, con infinitos años de duración.
Visto el éxito, en que empresas como Halliburton o CH2M Hill han obtenido (siguen obteniendo) unos beneficios impresionantes, ¿por qué no ampliar el mercado? Vamos a ver ¿qué países tienen petróleo u otros recursos naturales, que puedan ser destruidos al estilo Irak, es decir que tengan un pseudo dictador y así justificar la intervención? Naturalmente sin intervenir directamente. Irak fue el último error. Hay que conseguir que se destruyan ellos solitos.
Y ¡bingo! Ahí tenemos a Libia. Un mínimo gasto en armamento repartido entre varios países y ellos solitos se han destrozado el país, eso sí, logrando a cambio implantar una democracia ¡al estilo de la de Irak! Hay que recordar que Libia, a pesar de que estaba regida por un dictadorcete, era el país más socializado de África, es decir, la distribución de la renta era altísima, dentro de lo que cabe.
Que nadie se haga ilusiones en Libia. Esta no ha sido una revolución para traer la democracia. Esta ha sido una revuelta financiada por empresas que ahora se van a apoderar de lo que antes se metía Gadafi en su bolsillo, o incluso quedarse más… si pueden.
Difícilmente volverán a ver los libios los niveles de vida que tenían con Gadafi (ya se que esto cuesta creérselo ya que nos gustaría creer que era verdad lo de la rebelión por la democracia), aunque eso sí, votarán efectivamente cada pocos años para elegir quien va a defender los intereses de las empresas que han orquestado la destrucción del país.
Y para tenerlo claro veamos lo que ocurre en Alemania. Merkel, como se hallaba en campaña electoral cuando ocurrió el levantamiento de los rebeldes libios, decidió no enviar unidades del ejército para apoyar a los rebeldes, ya que el tema parecía no estar bien visto por su electorado. Ahora ven como las empresas de otros países (EE.UU., Inglaterra y Francia, principalmente) que han montado y apoyado la revolución, van a facturar lo suyo, al estilo de las norteamericanas en Irak y naturalmente las empresas alemanas están poniendo a caldo al ministro de exteriores por haber perdido la ocasión de participar en un negocio magnifico, que requería una inversión mínima y que además la pagaba el contribuyente, ya que el ejército lo pagamos los mindundis con nuestros impuestos). Es decir las empresas encima no ponían un duro. Un buen plan de negocio.
España, listos que somos y visión del negocio que tenemos, enviamos un submarino movido a manivela y gracias a eso ahora nos darán, por ejemplo, el contrato de construcción de un tren AVE (Talgo, of course) que irá de Bengasi a Tripolí a toda pastilla. Maldita falta que les hará, pero se trata de eso, de construir y construir, como en Irak, todo aquello que se les ocurra, que para eso está el petróleo libio que lo pagará todo agradecido del apoyo recibido y el nuevo gobierno demócrata permitirá el atraco institucionalizado de las empresas multinacionales instaladas, for ever and ever, en suelo libio (como en Irak).
Un modelo de negocio que sigue buscando nuevos mercados: Siria, Egipto, Argelia (ufff, Argelia, ¡Dios mío, cuanto petróleo hay ahí!), ¿los emiratos árabes?, etc. Guapos candidatos. Evidentemente aquellos países con dictador que ya permiten el saqueo de su petróleo por las multinacionales no serán objeto de democratización: Guinea, Nigeria, etc.
Recordar que en Libia hay perdedores: son Rusia, vendedora hasta la fecha del armamento libio e Italia, cuyas empresas tenían allí un buen mercado. La guerra económica sigue.
Y mira por donde, un libro escrito antes de la crisis económica y de la revolución libia, resulta ser una obra profundamente clarificadora y explicativa de lo que está ocurriendo. Uno de los temas claves del libro es el de la destrucción de países como negocio. Algo que nos parecía conspiranoico y fuera de toda racionalidad, resulta, con los hechos que vamos viendo con el tiempo, que es algo ya muy evidente y horripilante.
El ejemplo de destrucción como negocio tiene su caso práctico más sangrante en Irak. Le hemos dado la vuelta al neocolonialismo del siglo XIX y XX y ahora (siempre se mejora) se utilizan otros métodos para explotar económicamente a países con recursos.
Ya todos sabemos a estas alturas que no había ningún motivo para invadir Irak. Todo fue un montaje, pero el país se invadió y ahí están desde entonces los americanos. ¿Quedarse el petróleo? Hay algo más profundo y sutil: destruir el país para reconstruirlo pagándolo con sus propios recursos, su petróleo. Naturalmente las empresas que llevan a cabo la reconstrucción son norteamericanas, pero aún hay algo más.
La totalidad de las empresas iraquís han sido destruidas y barridas y en su lugar imperan las empresas USA que ni tan siquiera dan empleo al pueblo iraquí. El ejército y la seguridad están totalmente externalizados, siendo empresas americanas las que gestionan la guerra, guerra que paga el contribuyente norteamericano (el contribuyente pobre, como estamos viendo). Y además las empresas de armamento facturando que da gusto. Es un negocio completo, con infinitos años de duración.
Visto el éxito, en que empresas como Halliburton o CH2M Hill han obtenido (siguen obteniendo) unos beneficios impresionantes, ¿por qué no ampliar el mercado? Vamos a ver ¿qué países tienen petróleo u otros recursos naturales, que puedan ser destruidos al estilo Irak, es decir que tengan un pseudo dictador y así justificar la intervención? Naturalmente sin intervenir directamente. Irak fue el último error. Hay que conseguir que se destruyan ellos solitos.
Y ¡bingo! Ahí tenemos a Libia. Un mínimo gasto en armamento repartido entre varios países y ellos solitos se han destrozado el país, eso sí, logrando a cambio implantar una democracia ¡al estilo de la de Irak! Hay que recordar que Libia, a pesar de que estaba regida por un dictadorcete, era el país más socializado de África, es decir, la distribución de la renta era altísima, dentro de lo que cabe.
Que nadie se haga ilusiones en Libia. Esta no ha sido una revolución para traer la democracia. Esta ha sido una revuelta financiada por empresas que ahora se van a apoderar de lo que antes se metía Gadafi en su bolsillo, o incluso quedarse más… si pueden.
Difícilmente volverán a ver los libios los niveles de vida que tenían con Gadafi (ya se que esto cuesta creérselo ya que nos gustaría creer que era verdad lo de la rebelión por la democracia), aunque eso sí, votarán efectivamente cada pocos años para elegir quien va a defender los intereses de las empresas que han orquestado la destrucción del país.
Y para tenerlo claro veamos lo que ocurre en Alemania. Merkel, como se hallaba en campaña electoral cuando ocurrió el levantamiento de los rebeldes libios, decidió no enviar unidades del ejército para apoyar a los rebeldes, ya que el tema parecía no estar bien visto por su electorado. Ahora ven como las empresas de otros países (EE.UU., Inglaterra y Francia, principalmente) que han montado y apoyado la revolución, van a facturar lo suyo, al estilo de las norteamericanas en Irak y naturalmente las empresas alemanas están poniendo a caldo al ministro de exteriores por haber perdido la ocasión de participar en un negocio magnifico, que requería una inversión mínima y que además la pagaba el contribuyente, ya que el ejército lo pagamos los mindundis con nuestros impuestos). Es decir las empresas encima no ponían un duro. Un buen plan de negocio.
España, listos que somos y visión del negocio que tenemos, enviamos un submarino movido a manivela y gracias a eso ahora nos darán, por ejemplo, el contrato de construcción de un tren AVE (Talgo, of course) que irá de Bengasi a Tripolí a toda pastilla. Maldita falta que les hará, pero se trata de eso, de construir y construir, como en Irak, todo aquello que se les ocurra, que para eso está el petróleo libio que lo pagará todo agradecido del apoyo recibido y el nuevo gobierno demócrata permitirá el atraco institucionalizado de las empresas multinacionales instaladas, for ever and ever, en suelo libio (como en Irak).
Un modelo de negocio que sigue buscando nuevos mercados: Siria, Egipto, Argelia (ufff, Argelia, ¡Dios mío, cuanto petróleo hay ahí!), ¿los emiratos árabes?, etc. Guapos candidatos. Evidentemente aquellos países con dictador que ya permiten el saqueo de su petróleo por las multinacionales no serán objeto de democratización: Guinea, Nigeria, etc.
Recordar que en Libia hay perdedores: son Rusia, vendedora hasta la fecha del armamento libio e Italia, cuyas empresas tenían allí un buen mercado. La guerra económica sigue.