domingo, julio 24, 2011

La excusa de la deuda. El precedente de lo ocurrido en Canadá en 1993.


Podemos pensar que los problemas que origina la deuda en los países europeos son algo nuevo en este planeta.

En realidad son problemas que, como vamos a ver a continuación, se generan artificialmente con el objetivo de implantar el capitalismo salvaje, acabando con el estado del bienestar. Y para ello nada mejor que ver lo que ocurrió en Canadá ya hace casi veinte años, en 1993.

En febrero de 1993, de repente, los medios de comunicación del país sacudieron a los ciudadanos de Canadá con una serie de noticias explicando que el país se hallaba ante una catástrofe financiera: “la crisis de la deuda acecha”, decían los titulares (¿suena esto?).

Y se dedicaron a meter el miedo en el cuerpo a los ciudadanos. “Si no hacemos nada, el año que viene nuestras vidas habrán cambiado espectacularmente”. La vida era cómoda y pacífica, pero no iba a ser así en el futuro, ya que “el país gastaba por encima de sus posibilidades” (¿suena también esto?) y las compañías de rating (o sea los ya conocidos Fitch, S&P, Moody’s) iban a bajar la calificación de la deuda canadiense, lo que ahuyentaría a los inversores, llevándose el dinero a otro sitio y eso sería la ruina del país.

Para evitar la ruina era menester por lo tanto recortar el gasto en programas sociales, como el seguro de desempleo o la sanidad (¿suena esto?).

Casualmente esto sucedió en el momento en que se había puesto en marcha una campaña de presión sobre el gobierno para que redujera los impuestos, recortando el gasto en programas sociales, como los de sanidad o educación. Como esos programas contaban con el apoyo mayoritario de la población canadiense, el único modo de justificar los recortes era presentando el colapso económico nacional como única posibilidad alternativa: la crisis total.

Tal como reconocieron posteriormente las empresas de rating, estas recibieron presiones de las propias empresas y bancos canadienses para que publicaran informes críticos con las finanzas de aquel país. Lee usted bien: las propias empresas de Canadá querían que se hablase mal del país.

La cuestión es que gracias a la “crisis del déficit” se recortaron las prestaciones sociales y se garantizó por ley el recorte, no sea que se pudiese volver atrás. Cuando ya estuvo hecha la faena los canadienses se enteraron de que la información había sido escandalosamente manipulada por los think tanks subvencionados por las grandes sociedades anónimas empresariales y financieras, pero ya no había remedio.

Poco después el país ha disfrutado de enormes superávit, obviamente, ya que no había tal problema de déficit. ¿Se recuperaron los programas sociales recortados, ya que ahora podían pagarse? Naturalmente que no.

Gustó tanto el método utilizado que en setiembre de 1995 se filtró un video del ministro de Educación de la provincia de Ontario en el que se le podía ver explicando a un grupo de funcionarios que antes de anunciar recortes presupuestarios en educación y otras reformas impopulares había que montar un escenario de pánico filtrando informaciones alarmantes falsas. Había que crear “una crisis útil”.

Esto, ocurrido hace casi veinte años es un ejemplo de que lo que ocurre actualmente no deja de ser la aplicación de un método ya utilizado y de grandes beneficios para el capital. Gracias a las crisis se reducen los costes de la mano de obra, se exterminan los derechos laborales (despido libre y gratis, eliminación de los convenios, desaparición de los sindicatos) y los impuestos a los más favorecidos se van bajando. Además la crisis generada para obtener estos beneficios la pagan los más pobres.

Como ya escribí hace unos días, preparémonos para el período de terror que inflingirá a este país el PP cuando entre a gobernar, ya que siguiendo el ejemplo canadiense, generará una crisis útil para los intereses de los que están detrás de este partido: bancos y grandes empresas, que no dudarán en seguir atornillando a los trabajadores de este país, vistos los beneficios que se obtienen.

Que se lo piense todo el mundo antes de seguir votando a los dos grandes partidos que se han repartido el poder en España hasta la fecha. Los dos tienen los mismos objetivos, pero el PP acabará de rematar a esta nación, que quedará definitivamente quebrada socialmente.

Aunque no haya problemas de deuda ni de paro, ninguno, repito, NINGUNO, de los recortes actuales volverá a recuperarse. Para eso haría falta cambiar mucho las relaciones de poder actuales.

Las grandes empresas pagarán cada vez menos impuestos, menos salarios, podrán contratar y despedir como se les antoje, el trabajador no tendrá derechos, con precios crecientes gracias a los oligopolios ya consagrados y los beneficios así serán máximos. Un mundo perfecto para ellos. No así para los cinco millones de parados. Pero a esos que les den.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi tiket:

-Proximo gobierno del PP.
-Situación de ingobernabillidad.
-Gobierno de concentración PPSOE. Úlimo cartucho.
-Un escenario abierto a la improvisación.

Lo de pinchar cuando ya tienes pinchada la rueda de repuesto: Dos ruedas pinchadas pueden servir para salir del paso.

Bros

 
View blog top tags