¡Bueno, ya eramos tres¡ Teníamos claro que Laura ahuyentaría las borrascas, ya que las mujeres son siempre temibles, y así fue. Después de hacernos una suculenta comida en el Camping, volvimos a subir por la pista de Chisagües, ahora únicamente con mi coche.
Llegamos a los lagos con otra tarde placentera (recordando la movida que había sido el descenso hacia tan solo tres días) haciendo muchas fotos y alcanzando el objetivo un cuarto de hora más tarde que en la ocasión anterior. Lo suficiente para ver el sol en nuestro vivac y meternos enseguida en los sacos y es que además había que madrugar. Esta vez ni vinieron los violadores del lago ni nube alguna. Plácida noche. Cielo maravillosamente estrellado.
La subida a La Munia parecía, vista desde los lagos, un clónico de lo que habíamos hecho hacía poco en el Subenuix. Subida fuerte a un collado muy próximo y luego larga cresta hacia la derecha que lleva directa a la cumbre. Solo que en este caso era más larga, más alta y más difícil.
10 de Agosto. Fiesta de San Lorenzo en Huesca. Recordamos que era el aniversario de nuestra escalada al Naranjo. La subida al collado (2.855 m.), sin ver el sol, fue más inmediata de lo que pensábamos (a pesar de que aún había abundante nieve) pero nos ganaron por pocos minutos por la vertiente francesa, donde realmente hace falta salir muy de noche (el parking de Troumouse creo que está a 2.100 m.) para llegar a las ocho al collado. Sorprendentemente eran catalanes y la mayoría mujeres. Jovencitas y cachas. Iban como motos.
La cresta a La Munia es larga. No entraña gran dificultad pero obliga a mover el esqueleto. Cómo punto mítico está el famoso Pas du Chat, de segundo grado. Lo pasamos a pelo a pesar de que llevábamos cuerda y material. Y es que además no es expo. Sales de una repisa a la que te caes si fallas. La realidad es que el paso, que tiene dos fisuras, a izquierda y derecha, esta ya sobado. Tiene unos diez metros y actualmente hay clavo con maillón y cintas por si se quiere asegurar a temerosos. Poco más arriba identifiqué la piedra que utilicé para rapelar en mi segundo intento, con toda la cresta nevada. Y pasando de un lado a otro de la cresta y sudando lo suyo, hicimos cumbre en La Munia (3.133 m.) a las 10 h. en un día espléndido (habrá que apuntarse que los 10 de Agosto últimamente son garantía de éxito), donde nos reencontramos con l@s catalan@s, que lo mismo que nosotros iban a seguir un poco más por la cresta.
Pica-pica, fotos, chorreo a Carlos por lo que había hecho en la cresta (y que no voy a detallar) y partimos hacia la Pequeña Munia (3.096 m.), por territorio aparentemente muy roto pero que no lo es tanto si se presta atención. Nueva cumbre de tres mil en pocos minutos y seguimos para el Sierra Morena (3.090 m.). Extraño nombre para una cumbre del Pirineo. Se lo dió Charles Packe, quién con Célestin Passet en 1867 pisaron por vez primera esta cumbre, después de llegar de un viaje por Andalucía. Sólo se le ocurrió que ponerle este nombre, que canta como una almeja.
Y llegamos al momento clave. Después del Sierra Morena viene el Troumouse (3.085 m.), que está a tiro de piedra, pero en medio hay una pared de 20 m. que hay que rapelar. Como el objetivo era volver por el mismo camino, luego tocaba escalarla de regreso. Tercer grado. Había leído que había un rapel montado. Mientras Carlos y Laura permanecían en la cumbre, me aventuré a pelo hasta cerca de donde la pendiente cae abruptamente. En ese momento apareció un casco. Un escalador venía en sentido contrario y estaba montando una reunión con fisureros. Era una cordada de catalanes. Le pregunté al colega si en los ocho metros que nos separaban veía alguna reunión. Respuesta negativa: ¡pero si estoy montado la R porque no veo nada!, me dijo. Regreso a la cumbre. No había visto ningún bloque donde poner una cinta. Son unos bloques muy grandes y agradables que se inclinan hacía el vacío. Y Carlos diciendo que pasaba de seguir. Nada de ganas de proseguir.
Nos sentamos a comer algo (no íbamos mal de horario) y llegó la cordada. Pues tenías razón me dijeron: había un rapel que no se veía. ¡Maldición! Pero faltaba la puntilla. Llega una segunda cordada. Española. El primero viene con el susto en el cuerpo. Se ha quedado con una presa en la mano. No ha hecho saque por poco. La roca no es muy buena y tira hacia el vacío. Sólo es tercer grado pero desagradable. Definitivo. Carlos lo tiene claro.
Hacemos el camino de regreso y volvemos a pasar por la Petit Munia y La Munia. Y destrepe de la cresta. Ahora mucho más claro todo. Llegamos al Pas du Chat. Carlos prefiere el destrepe sobado antes que descolgarse de un clavo de vía. Carlos se ha educado en la escalada deportiva y fuera de los parabolts todo lo demás no existe o no es fiable. Ni la roca, por descontado. Laura y yo tiramos cuerda e hicimos un rapelillo. Después de pasear la cuerda todo el día, al menos la utilizamos un ratillo. Subían dos españoles que de grimpar ni pum y nos pidieron utilizar la cuerda para cogerse a ella y salvar el paso. Permiso concedido. Patético ver como lo hacían.
Descenso agradable. Recogimos en los lagos el material de vivac, escondido entre unas piedras, y para abajo. Laura iba bastante tocada de pies (se le había inflamado un tobillo, normal si se llevan botas nuevas) y la última media hora necesitó el auxilio de Carlos-supercachas que ¡le llevó la mochila!. Aún hay caballeros.
Fotos. Arriba, foto del trío en la cumbre de La Munia.
Abajo:
1. Subiendo a los lagos por la tarde. Laura haciendo fotos de los lirios pirenaicos. Al fondo el Petramula.
2. Laura, ya en los lagos (adiós sol), comprobando el altímetro junto al vivac elegido (estuvo como una reina).
3. Subiendo al collado al amanecer. El sol da de lleno en la Soum de Ramond y el Monte Perdido.
4. Subimos bajo el Robiñera. Mucha nieve aún.
5. Laura llegando al collado.
6. Vista del primer tramo de la cresta desde el collado, aún sin ver el sol.
7. Carlos y Laura, justo después de superar el paso del gato.
8. En la cumbre con el grupo de catalan@s que nos ha precedido.
9. Vista de los lagos desde la cumbre.
10. Carlos y Laura abandonando la cumbre de La Munia en dirección a la Pequeña Munia.
11. Flanqueos antes de llegar a la Pequeña Munia.
12. Cumbre de la Pequeña Munia.
13. Vista del Sierra Morena desde la Pequeña Munia.
14. Collado Paget Chapelle, entre la Pequeña Munia y el Sierra Morena.
15. Cumbre del Sierra Morena. Al fondo a la izquierda la Pequeña Munia y La Munia. A la derecha las cumbres de Ordesa: Punta de las Olas, Soum de Ramond, Monte Perdido y Cilindro.
16. Descenso de la cresta antes del Pas du Chat.
17. Rapelillo de Laura en el Pas du Chat.
18. Llegando al collado.
19. Laura en el collado.
20. Descenso hacia el coche.
21. En la sombra que proporciona el coche, ya en la pista de Chisagües, Laura se fuma un "pito" como premio a lo conseguido.