La nube que veis en la foto es un cumulonimbo. Estas formaciones se caracterizan por la gran altura que alcanzan. Son masas increíbles que se forman en pocas horas y que crecen hasta alcanzar la estratosfera. Esta foto está hecha en la playa de Barcelona y las nubes están sobre el Pirineo, a más de 100 Km. de distancia. Esto da una idea de su altura.
Bien. Este fenómeno también se está produciendo en la economía financiera mundial. La Vanguardia del miércoles, en dos artículos, nos explica los beneficios casi inimaginables que están acumulando unas pocas personas en Nueva York y Londres (centros financieros) gracias a la ola de fusiones y adquisiciones que se están llevando a cabo y en las que lo que menos importa ya son los precios (y las comisiones) que se están pagando.
Pero al igual que el cumulonimbo no se forman de la nada, sino por el aire caliente procedente de otras áreas que asciende a grandes altitudes, alguien tendrá que poner el dinero con el que se generan estos beneficios de magnitudes increíbles. Si por algo se caracterizan los beneficios financieros es porque no proceden de la generación real de riqueza. Si alguien gana es porque otro pierde.
Veamos algunas cifras de esta orgía de millones en las finanzas globales para tener una idea de lo que está ocurriendo.
Impulsado por una expansión sin precedentes de la liquidez, el lucrativo negocio de fusiones y adquisiciones alcanzará 2,6 billones de euros. Hay que tener en cuenta que ha habido días que el volumen de las operaciones ha sido igual al volumen de la actividad económica de Irlanda durante un año.
Goldman Sachs registrará unos beneficios de 7.300 MM. de euros, un 70% más que el año anterior y ha distribuido entre sus operadores y ejecutivos salarios y primas extras que ascienden a la suma mareante de 12.500 millones de euros, de los que más de 7.500 son en bonos.
Lo más increíble de todo es que una parte notable de este saldo se debe al mercado español, protagonista de grandes operaciones (Acciona, Iberdrola, Ferrovial, etcétera). Es decir, en este caso, pagaremos todo esto en exclusiva los españolitos.
La cifra equivale a los salarios anuales del millón de trabajadores más pobres de la ciudad. Si se repartiesen los bonos de Goldman entre los 1,6 millones de trabajadores que cobran menos de diez dólares se eliminaría de un plumazo la pobreza en Nueva York.
Goldman tiene 26.400 empleados con una remuneración media anual de algo más de 470.000 euros. Los 25 ejecutivos mejor remunerados, los mánagers de oro, cobrarán por cabeza 19 millones en bonos. Unos 300 ejecutivos y operadores recibirán entre 3,7 y 7,6 millones. El consejero delegado del banco, Lloyd Blankfein, gana casi 38 millones frente a los 30,2 millones que ganó en el 2005 su antecesor, Henry Paulson, hoy secretario del Tesoro (Ver mi artículo publicado en Junio titulado Henry Paulson = 38,8 $. Releerlo ahora se vuelve más interesante, conociendo los beneficios que genera Goldman este ejercicio).
Pero hay más. Lehman Brothers pagará 6.600 millones de euros a su plantilla de 26.000 empleados, un 20% más que en el 2005. Bear Stearns anunció el jueves que distribuirá 1.600 millones entre sus 13.500 empleados –un 40% más– y Merrill Lynch reparte 6.800 millones extras.
No es de extrañar que, según el New York Post, la tienda de puros en Broad Street, a un tiro de piedra de Goldman, registrara el miércoles un gran aumento de ventas de cortadores de puros Davidoff chapados en oro (245 euros) y mecheros Dupont (600 euros). Concesionarios de coches como Porsche y Ferrari esperan una ola de compras y BMW pretende abrir en abril en el 67 de Wall Street.
Gracias a las remuneraciones multimillonarias de Wall Street, el enfriamiento de la vivienda de lujo en otras ciudades aún no se percibe en Manhattan. Joe Rickman, fundador del broker Ameritrarde, ha comprado un ático con vistas a Central Park por 22,2 millones de dólares.
La polarización salarial en Nueva York es nítida: el múltiplo entre la renta del 20% que más cobra y el 20% que menos subió del 600% al 900% entre los años ochenta y el 2000. Tras el crash del 2000 y los despidos masivos en Wall Street, los ricos perdieron terreno. Pero desde el 2003 el 80% de la renta se concentra en el 4%.
Las primas a banqueros, abogados y dealers también han colocado a Londres en el centro de una burbuja económica cuya explosión acabará por producirse. El resultado es que la propiedad inmobiliaria en los mejores barrios de Londres sigue subiendo hasta un 20%, mansiones de Kensington y Chelsea se venden por diez millones de euros en efectivo (un 44% de los compradores son extranjeros), hay listas de espera de meses en los concesionarios de Ferrari, Porsche y Lamborghini, botellas de champán de mil euros desaparecen de las tiendas, los sastres de Saville Row han abierto sucursales en la City y el número de clientes masculinos de las clínicas de cirugía estética ha aumentado un 40%.
El boom de los bonos significa que habrá dinero para casi todo el mundo, pero no se repartirá de modo equitativo. Cada empleado de la City recibirá una media de 25.000 euros, pero las estrellas que han orquestado y llevado a buen puerto la ola de compras y fusiones se embolsarán hasta quince millones.
Todo es una consecuencia del auge de la City a expensas de Nueva York desde el 11-S y la explosión de regulaciones a raíz del escándalo Enron.
Para los inversores de India, Rusia y Oriente Medio cada vez resulta más desagradable viajar a Estados Unidos, donde son vistos como sospechosos y casi desnudados en el aeropuerto, y prefieren ir con sus petrodólares y millones a Londres, una ciudad en la que también se habla inglés y el ambiente es mucho más relajado.
Decían que la City iba a pagar el precio por no adoptar la moneda única, pero se compran y venden más euros que en el resto de la UE. Londres no tenía tal preeminencia en las finanzas mundiales desde la era imperial. Corren tiempos de vino y rosas en la City, pero los ejecutivos de altos vuelos harán muy bien en comprar pronto ese Bugati de millón y medio o beber el Krug edición especial que tienen en la nevera, porque ya se sabe que los cumuloninmbos siempre se deshacen generando fuertes tormentas que acaban remojando a todo el mundo.
Bien. Este fenómeno también se está produciendo en la economía financiera mundial. La Vanguardia del miércoles, en dos artículos, nos explica los beneficios casi inimaginables que están acumulando unas pocas personas en Nueva York y Londres (centros financieros) gracias a la ola de fusiones y adquisiciones que se están llevando a cabo y en las que lo que menos importa ya son los precios (y las comisiones) que se están pagando.
Pero al igual que el cumulonimbo no se forman de la nada, sino por el aire caliente procedente de otras áreas que asciende a grandes altitudes, alguien tendrá que poner el dinero con el que se generan estos beneficios de magnitudes increíbles. Si por algo se caracterizan los beneficios financieros es porque no proceden de la generación real de riqueza. Si alguien gana es porque otro pierde.
Veamos algunas cifras de esta orgía de millones en las finanzas globales para tener una idea de lo que está ocurriendo.
Impulsado por una expansión sin precedentes de la liquidez, el lucrativo negocio de fusiones y adquisiciones alcanzará 2,6 billones de euros. Hay que tener en cuenta que ha habido días que el volumen de las operaciones ha sido igual al volumen de la actividad económica de Irlanda durante un año.
Goldman Sachs registrará unos beneficios de 7.300 MM. de euros, un 70% más que el año anterior y ha distribuido entre sus operadores y ejecutivos salarios y primas extras que ascienden a la suma mareante de 12.500 millones de euros, de los que más de 7.500 son en bonos.
Lo más increíble de todo es que una parte notable de este saldo se debe al mercado español, protagonista de grandes operaciones (Acciona, Iberdrola, Ferrovial, etcétera). Es decir, en este caso, pagaremos todo esto en exclusiva los españolitos.
La cifra equivale a los salarios anuales del millón de trabajadores más pobres de la ciudad. Si se repartiesen los bonos de Goldman entre los 1,6 millones de trabajadores que cobran menos de diez dólares se eliminaría de un plumazo la pobreza en Nueva York.
Goldman tiene 26.400 empleados con una remuneración media anual de algo más de 470.000 euros. Los 25 ejecutivos mejor remunerados, los mánagers de oro, cobrarán por cabeza 19 millones en bonos. Unos 300 ejecutivos y operadores recibirán entre 3,7 y 7,6 millones. El consejero delegado del banco, Lloyd Blankfein, gana casi 38 millones frente a los 30,2 millones que ganó en el 2005 su antecesor, Henry Paulson, hoy secretario del Tesoro (Ver mi artículo publicado en Junio titulado Henry Paulson = 38,8 $. Releerlo ahora se vuelve más interesante, conociendo los beneficios que genera Goldman este ejercicio).
Pero hay más. Lehman Brothers pagará 6.600 millones de euros a su plantilla de 26.000 empleados, un 20% más que en el 2005. Bear Stearns anunció el jueves que distribuirá 1.600 millones entre sus 13.500 empleados –un 40% más– y Merrill Lynch reparte 6.800 millones extras.
No es de extrañar que, según el New York Post, la tienda de puros en Broad Street, a un tiro de piedra de Goldman, registrara el miércoles un gran aumento de ventas de cortadores de puros Davidoff chapados en oro (245 euros) y mecheros Dupont (600 euros). Concesionarios de coches como Porsche y Ferrari esperan una ola de compras y BMW pretende abrir en abril en el 67 de Wall Street.
Gracias a las remuneraciones multimillonarias de Wall Street, el enfriamiento de la vivienda de lujo en otras ciudades aún no se percibe en Manhattan. Joe Rickman, fundador del broker Ameritrarde, ha comprado un ático con vistas a Central Park por 22,2 millones de dólares.
La polarización salarial en Nueva York es nítida: el múltiplo entre la renta del 20% que más cobra y el 20% que menos subió del 600% al 900% entre los años ochenta y el 2000. Tras el crash del 2000 y los despidos masivos en Wall Street, los ricos perdieron terreno. Pero desde el 2003 el 80% de la renta se concentra en el 4%.
Las primas a banqueros, abogados y dealers también han colocado a Londres en el centro de una burbuja económica cuya explosión acabará por producirse. El resultado es que la propiedad inmobiliaria en los mejores barrios de Londres sigue subiendo hasta un 20%, mansiones de Kensington y Chelsea se venden por diez millones de euros en efectivo (un 44% de los compradores son extranjeros), hay listas de espera de meses en los concesionarios de Ferrari, Porsche y Lamborghini, botellas de champán de mil euros desaparecen de las tiendas, los sastres de Saville Row han abierto sucursales en la City y el número de clientes masculinos de las clínicas de cirugía estética ha aumentado un 40%.
El boom de los bonos significa que habrá dinero para casi todo el mundo, pero no se repartirá de modo equitativo. Cada empleado de la City recibirá una media de 25.000 euros, pero las estrellas que han orquestado y llevado a buen puerto la ola de compras y fusiones se embolsarán hasta quince millones.
Todo es una consecuencia del auge de la City a expensas de Nueva York desde el 11-S y la explosión de regulaciones a raíz del escándalo Enron.
Para los inversores de India, Rusia y Oriente Medio cada vez resulta más desagradable viajar a Estados Unidos, donde son vistos como sospechosos y casi desnudados en el aeropuerto, y prefieren ir con sus petrodólares y millones a Londres, una ciudad en la que también se habla inglés y el ambiente es mucho más relajado.
Decían que la City iba a pagar el precio por no adoptar la moneda única, pero se compran y venden más euros que en el resto de la UE. Londres no tenía tal preeminencia en las finanzas mundiales desde la era imperial. Corren tiempos de vino y rosas en la City, pero los ejecutivos de altos vuelos harán muy bien en comprar pronto ese Bugati de millón y medio o beber el Krug edición especial que tienen en la nevera, porque ya se sabe que los cumuloninmbos siempre se deshacen generando fuertes tormentas que acaban remojando a todo el mundo.
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