lunes, mayo 29, 2006

La "Espe"


Esperanza Aguirre, naturalmente.
Estaba allí en la playa (así empezaba la conocida canción de Manhattan Transfer, la de "una abejita me picó, ay, ay", que no falta en ninguna verbena) leyendo el cuadernillo Dominical de El País y me topé con una entrevista, nada más y nada menos que de cuatro páginas, a Esperanza Aguirre. Me la leí toda.
Antes de continuar, no se si estaréis de acuerdo conmigo en que la raza humana ha producido tanto genios como seres abominables. De los últimos mejor no hablar. De los genios, de los creadores, de las mentes privilegiadas que han elevado el nivel de la humanidad con sus aportaciones, podríamos estar hablando días y días. Podríamos citar a escritores como Cervantes, Shakespeare o Borges. A compositores como Bach, Beethoven, Mahler o Bruckner. A genios de la ciencia como Newton, Cópernico o Einsten. A pintores como Goya, Velazquez, Rembrandt o Picasso. A ingenieros como Eiffel o Ford. A arquitectos como Mis Van der Rohe. A personas que abrieron caminos como Cajal o Fleming. A seres privilegiados, con registros tan amplios como Leonardo o Michelangelo. Líderes religiosos, premios Nobel, filósofos como Hegel, Descartes, Spinoza o Nietzsche. Reyes, emperadores, faraones, Papas, etc, etc.
Esto viene a cuento de que en la página 2 del artículo que estaba leyendo, títulado "Esperanza de poder", la Presidenta de la Comunidad de Madrid afirma que "en el mundo, no me ha impresionado nadie; el Papa, Isabel II, el Daila Lama... lo siento".
Reconozco que cuando leí esto me entró un sudor frío. Como era el primer día de playa y estaba haciendo mucho calor, pensé que me había dado un recalentón craneal y fui a darme un chapuzón.
Cuando volví, regresé al escrito y volví a leer las mismas líneas.
Pero ¡uf! que susto. Espe, sí que admira a alguién en este mundo. ¿Quién será este ser tan privilegiado, que supera no sólo a todos los citados anteriormente, sino a ¡toda la humanidad! ? Seguí leyendo con avidez.
Pues bien, Espe afirma que "sólo le impresiona Aznar. "
Esta mujer, de carácter profundamente ambicioso, aspira a dirigir los destinos de España. Si hubiese sido ministro de Franco, naturalmente habría dicho que su ser más admirado de la creación era el Caudillo.
Dios nos coja confesados.

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