Repuesto el cuerpo (me refiero a que nos pudimos duchar) y también el espíritu (con la moral muy alta) en Arenas de Cabrales (claro, el pueblo del queso), asistimos a la llegada de un nuevo marrón meteorológico. Queríamos desayunar en el bar del camping, pero era Domingo y no estaban mucho por la labor. Debían haber ido a misa. Carretera y manta. Desayuno en Unquera (donde son famosas las corbatas, pero estas son para comer) y gran cabalgada desde los Picos de Europa al Pirineo Francés. La verdad es que no me sentía nada cansado. Tampoco había sido tanto esfuerzo la escalada del Naranjo, lo que me sorprendió bastante. A fin de cuentas lo más duro había sido superar las gallinas de Terenosa.
Francia estaba invadida por las nubes. Llegamos por la tarde (subiendo el puerto del Aubisque) a Gourgette, estación de esquí al pie del Pico de Amoulat, que queríamos escalar. Miramos la meteo en la estación, en medio de una inmensa niebla, lluvia y frío y vimos que había que perder un día esperando la mejoría. Cambio de planes y decidimos ir a Gavarnie, donde teníamos proyectado escalar el Muro.
El puñetero y estrecho Col del Aubisque estaba durillo. Ahora entiendo porque hacen el Tour en Julio. Una niebla infame. Ni en Londres. Por momentos me ví convertido en un físico cuántico perdido en un pliegue del espacio-tiempo. Había que ir preguntando ¿qué ha visto usted la carretera?, pero en francés. Y al Aubisque (1.709 m.) le sigue el Col du Soulor (1.474 m.), o sea que más de lo mismo ya que estaba en idénticas condiciones de transparencia.
Llegamos a Gavarnie cansadillos, justo cuando empezaba un buen diluvio. Nos pusimos a escuchar la radio en el Honda, para matar el tiempo y saber que ocurría en el mundo, mientras llovía y así dejamos el coche sin batería y tuvimos que montar un numerito el día que nos fuimos (comprobamos que los campistas empujaban bien).
Al día siguiente la cosa estaba un poco mejor. Al menos no llovía. Nubecillas por aquí y por allá y el agua bajando por la tapia. Ya se sabe que después del prelavado y lavado viene la fase de secado, aunque no completa, ya que por el enorme circo bajan siempre innumerables cascadas. Es como una enorme fregona Vileda. Se escurre por todos los lados.
Y todo un día sentados a la vera del camino viendo pasar burros, niños, focas y francesitas. Bueno, también fuimos al cementerio de Gavarnie, que hay mucho master del Universo enterrado en él. Algunos murieron de viejos y otros se la pegaron en la tapia de mala manera. ¡Es la vida! Lo de la visita al cementerio fue idea mía. Siempre lo hago y es que da mucha moral.
Carlos había hecho el viaje Asturias-Barcelona-Gavarnie (o sea una pequeña vuelta), para ir a buscar a Nuria y llegó el lunes por la tarde. Ya éramos cuatro. ¡Hasta íbamos a escalar con chica!
Madrugamos el 14. El día parecía bueno, pero no perfecto. Cuando llegamos al Muro, me tuve que frotar los ojos. Ya no me he lavado bien la cara hoy, pensé. Pero no, era cierto, una cordada ya estaba en mitad de la escalada. ¡Esos han empezado de noche! Seguro que se han fumado algo, dije sin dudar. O es que tenían miedo a la lluvia. Y es que esta pared si caen cuatro gotas se convierte en un Niágara. De eso doy fe, ya que la primera vez que intenté escalarla, con mi cuñado Miguel Isla, nos empezó a llover en el sexto largo y tuvimos que abandonar rapelando toda la pared en medio de una guapa ducha.
Hicimos dos cordadas: Xavi y yo, delante. Y detrás Carlos y Nuria (no nos dejó escalar con la chica el muy…). La pareja iba con una única cuerda de 10,5 mm., lo que nos condicionó toda la escalada, ya que con sólo una cuerda de 60 m. no te puedes ir a casa cuando te cansas de estar en la tapia. Por lo tanto, hicimos toda la escalada, pendientes de ellos y además dejándoles continuamente material puesto en la pared para hacerles más rápida la ascensión (¡mira que somos ilusos!), con el consabido riesgo de que no lo vieran, se lo pasasen y se quedase por allí. Precio de la broma en estos casos: 80 euros por olvido (aprox.), si hay un friend por el medio. Pero ni así. Se eternizaban. Nos pasó una cordada de franceses (la única que además de nosotros estaba en la pared) justo debajo de la Tête de Femme y me preguntaron irónicamente si llevaba un libro o una revista.
Pero teníamos la suerte de estar haciendo una escalada de una belleza estética insuperable. No te puedes aburrir contemplando la gran cascada (la más alta de Europa con sus 423 m.), el muro, la gente abajo y el largo valle. Es un placer de Dioses. Pero sobre todo las cimas que rodean este bello lugar que fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1999 y que en gran parte ya he ascendido: el Marboré, los Astazou, los picos de la Cascada, la Torre, el Casco, el Pimené, el Pic de Pailla, el Pico de Serradets, etc,etc…
Me comunicaba con Xavi por walkie, que para esta escalada sí que cogimos los aparatos, porque la gran cascada (la del chiste del Gran Jefe Indio) ruge un montón y yo quiero mucho a mi garganta. Además había público abajo y no puedes liarte a gritos que queda muy feo. Habíamos de ir en plan fino.
El recorrido no plantea grandes problemas. Lo recordaba bastante bien, ya que hace unos años escalé esta misma vía con Josep Emili Ferrer. Pero Xavi afinó el tema y salvo algún desliz puntual perfeccionó el trazado anterior. Pasamos también por debajo de la Tête de Femme y por encima del Museau de Chien. Y llegamos a la repisa que cruza la cascada (bajaba menos agua que en la escalada anterior) y que obligó a sacar los impermeables ya que el remojón era insalvable. ¡Y va Xavi y me saca un paraguas en el punto más delicado! Tío, que toda la vida he querido hacerme esta foto, me dijo. ¡Con lo poco amigos que son los gatos y el agua y encima me saca un paraguas! Menudo cachondeo.
Y llegamos arriba y la parejita de tórtolos que si quieres…Y al final va y aparecen cogidos de la manita. Pero ¿como se puede escalar cogidos de la manita? Venga nenes, que es para hoy.
Y descenso. Ya no me acordaba de este diabólico camino que procedente de Serradets lleva al fondo del valle. Y Xavi, que, como siempre, baja en Harley-Davidson, me dijo adiós y aquello de "nos vemos en McDonald". Bueno, el se lo perdió, que el camino de abajo estaba lleno de chavalas. Todas para mí.
Y finalmente el plácido camino al pueblo, aún con mucha gente, todos muy felices. Y es que les das algo gratis y te lo agradecen un montón. Habían tenido una exhibición de escalada sin pagar. Me miraban hasta las francesitas en short, impresionadas por ver al tío duro que hacía unas horas habían visto colgado por allí arriba. Mira tú, el del casco color plata, decían… Bueno, vamos a ser realistas, me miraban porque gran parte de la gente no tiene ni puñetera idea de cómo se escala (¡algunos aún creen que llevamos clavos!) y se miraban muy mucho el material (y eso que llevaba puestas unas mallitas muy guais …). Ya sabéis que yo, este verano, era el chico del material.
Y después la gran cena (no habíamos comido, of course) en un Restaurante al lado del riachuelo (que por aquí les llaman Gave). Como buenos españoles entramos los últimos (¡20.45!) y salimos los últimos. Hacer notar que Xavi y yo fuimos limpios y aseados pero la parejita no, porque hizo un horario infame (se quedaron arriba del muro en plan hippie, cogiendo flores) y no les dio tiempo a ponerse guapos como Dios manda. Las calles de Gavarnie estaban vacías y silenciosas. ¡Con el follón que había por aquí hacía un rato! Pasamos por la Mairie, o sea el Ayuntamiento, dónde meten siempre la meteo pegada a un vidrio y con la nariz enganchada al cristal y una frontal (con los años nos hemos convertido en expertos en traducir las meteos francesas puestas en sitios inverosímiles) vimos que teníamos nuevo marrón a la vista. Osti tú, esto ya era cachondeo. Si esto es Agosto yo soy bombero.
Carlos y Nuria dieron por finalizada su fase veraniega escaladora conjunta que consistió en esta única escalada efectuada a ritmo de Bolero y se fueron a Bielsa al otro lado de la frontera, buscando el sol que tanto favorece los arrumacos (amor con frío es mala cosa). Nos dijeron que iban a hacer montaña. Je, je.
Nosotros decidimos pasar de la NE del Astazou e irnos al Refugio del Portillón d’Ôo cuando el tiempo lo permitiera. Una vez allí ya veríamos que hacíamos.
Daños colaterales hasta la fecha: mis labios hechos polvo (del sol y el aire, no penséis otra cosa), un friend del 1.75 que quedó tocado (Nuria, esas manitas…) y un fisurero del 6 dejado en la vía por imposibilidad de sacarlo (pero Carlos, ¿para que te sirve esa fuerza que tienes en las manos…?). Claro que siempre puede ser peor.
Las fotos:
La primera es en lo alto del muro, con Nuria y Xavi. Sigue una foto en Gourgette en medio de la niebla. Luego dos del Camping y otra del cementerio, con los Astazou al fondo (izquierda). El corredor Swan aún tenía un poco de nieve. Después viene una del muro, cuando nos aproximábamos por la mañana. Siguen fotos (5) del primer largo desde abajo y desde arriba. Luego aparezco yo superando el Trou Boueux. Sigue con una en una pequeña terrazita donde ¡me da el sol! Después aparezco ya bajo la Tête de Femme. Viene a continuación una de Xavi atacando el Museau de Chien y ya después tres de la repisa del remojón. En el primer largo, sin dificultad, voy delante. Luego Xavi hace el segundo y saca el paraguas. Después paso yo con el impermeable azul ya puesto. Las siguientes son ya arriba (se ve a la parejita Carlos-Nuria saliendo) y flanqueando para tomar el camino que baja de Serradets. La última es en el Camping a la mañana siguiente, reordenando el material.