miércoles, septiembre 23, 2015

Marianico el corto supera el despido en diferido de Cospedal

Con la de miedos (previstos) que están soltando estos días (y todos ya saben a que miedos me refiero) y va nuestro querido "incompetente maximus" y se pone en evidencia, tal cual lo hizo la Cospedala en su día. ¡Qué bochorno! ¡Y encima preguntando por la ciudadanía europea!

He aquí lo que escribe David Torres en Público:

Clint Eastwood interpretó una vez el papel de un escolta viejales del presidente de los EE UU. La película se llamaba En la línea de fuego y en ella había una escena en que el yayo del Servicio Secreto, aquejado de un catarro chungo, confundía el ruido de un globo estallando con una detonación. Entonces corría a la tribuna entrechocando las rodillas y se arrojaba sobre el presidente para recibir la bala. Tras la consabida bronca, a Eastwood lo alejaban de la primera línea porque, según el jefe de seguridad, había puesto en ridículo al presidente. “Creía que estábamos aquí para preservar su vida” se quejaba el escolta. “Sí, pero también su dignidad”, replicaba su jefe.

Mariano Rajoy habría necesitado ayer lo menos doce guardaespaldas para preservar su dignidad en una entrevista radiofónica: media docena para apartarle del micrófono y otra media para reducir a patadas a Carlos Alsina. Al locutor se le ocurrió la temeridad de responder al presidente recordándole unas líneas de la Constitución, en concreto el punto 2 del artículo 11, que asegura que ningún español de nacimiento podrá ser privado de su nacionalidad, a menos que él renuncie a ella. “¿Y la europea?” preguntó Mariano después de una pausa aterradora, arrugando la cara de tal modo que parecía que buscara en la mesa el botón del comodín del público. “La europea la tienen porque tienen la nacionalidad española”. Con una sola pregunta, todo un señor presidente se hizo un marmitako de nacionalidades, países y continentes. Y de repente millones de españoles comprendimos que Onda Cero se llama así por algo.

También comprendimos, una vez más, que don Mariano no iba a defraudarnos. Poco antes había soltado una de esas sentencias suyas que hay que frotarse las orejas para creérselas: “Cataluña tiene una historia que no la tienen otros. Y otros tienen una que no tiene Cataluña”. Parece una frase descartada de los diálogos de Forrest Gump por inverosímil. Claro que la culpa no es suya sino del jefe de campaña que ha decidido sacarlo a pasear y también del aparato de seguridad presidencial, que dejó al presidente solo y desarmado frente a un periodista. Alguien debería haberle dicho que no todos los locutores de radio son Carlos Herrera. Habría sufrido menos daños disfrazándolo de toro y dejándolo correr en Tordesillas.

Probablemente alguien le advirtiera del peligro de los micrófonos, pero Mariano no hizo caso y allá que fue, derechito otra vez a los hilillos, los inversobres, viva el vino, no entiendo mi letra, ETA es una gran nación y la segunda ya tal. Por algo, tras el barcenazo, lo mantuvieron en cuarentena, aislado de cualquier contacto con la prensa, y las declaraciones posteriores se emitieron a través de una pantalla de plasma, seguramente en diferido y en forma de simulación. Porque en directo pasa lo que pasa.

Lo terrible no es que Mariano haya batido su propia marca de hacer el ridículo, que ya era difícil. Lo terrible es la cantidad de asesores, abogados y especialistas que habían insistido una y otra vez en el escenario de los catalanes exiliados de la Unión Europea, de la ONU y hasta del planeta Tierra, y no habían previsto ese pequeño detalle de la Constitución. En ese segundo de estupor (“¿Y la europea?”), de infinito ridículo e infinito bochorno, caben los cuatro años de desgracia que llevamos padeciendo: el señor presidente de un país que le pregunta a un locutor por la nacionalidad europea, como si existiera tal cosa. Era el mismo día en que el cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia, convocó una vigilia en la catedral para rezar por la unidad de España. Hasta Dios se debe de estar descojonando.

Por cierto, en la campaña del miedo se han olvidado de las viudas, tema que dio sus frutos en Escocia.

Y una vez más voy a intentar aclarar lo de las pensiones ya de una vez. Todo pensionista tiene un contrato con la Seguridad Social. Durante un montón de años el trabajador y su empresa pagan mensualmente un importe a la Seguridad Social que entre otras cosas sirve para pagar una futura pensión.

Por lo tanto cuando eres pensionista el estado esta obligado contractualmente a pagarte la pensión, te vayas al Polo Sur, a Marte o te vuelvas Chino. España está llena de pensionistas ingleses y alemanes que residen en nuestro país y cobran su pensión, como no puede ser de otra forma. Y como los catalanes no pueden dejar de ser españoles, pues a cobrar y que se metan el miedo en un sitio que yo sé. 

Y transcribo este divertido WhatsApp que he recibido:

¿Andorra es más pequeña que Catalunya? Sí.
¿Es económicamente sostenible? Sí.
¿Pertenece a la UE? No.
¿Alguien le impide utilizar el Euro como moneda? No.
¿Tiene reconocimiento internacional? Sí
¿En que idioma hace los discursos en la ONU? En Catalán.

A lo que añado, ¿se fueron los bancos? Respuesta ¡no!, ¡los hay a montones!



 

1 comentario:

amnesia dijo...

Profundizando el discurso del miedo, se ha puesto en circulación el miedo definitivo, el pánico apocalíptico, el que por fin hará entrar en razón al errado disidente: ¡el Barça no jugará la liga española!
Se lo preguntan a Tebas, presidente de la LFP, y responde contundente "la ley lo prohíbe"
Omite en su respuesta decir que los clubes de fútbol cobran un buen dinerito de las televisiones, imprescindible para su subsistencia. Y que ese producto que la lfp vende, sin el Barça, se devaluaría notablemente. El Barça perdería, pero también el Madrid, Valencia, Sevilla... A ver que dice Florentino (por nombrar solo a uno) cuando le rebajen los ingresos por este concepto.

En definitiva, que pase lo que pase, apostaría mi escaso patrimonio a que el Barça-Madrid se seguirá jugando muchos, muchos años.

Buen vuelo!

 
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