Jornada dura, solo superada hasta la fecha por la ascensión
de un tirón al Telegraphe y Galibier el verano pasado, y es que hacer dos
puertos de los grandes, uno tras otro, siempre demanda esfuerzo.
Me planté en Bagnères de Luchon de buena mañana pero sin
prisas. No hacía mucho calor y como Superbagnères está a 1.800 m. de altitud (es una
estación de esquí) probablemente incluso iba a hacer fresco, como así fue.
Aparqué en la misma esquina (Av. de Gascogne/Cours des Quinconces) donde parte la carretera para Superbagnères, el Hospice de France y
el Valle de Lys. Aún hay obras en el Valle de Arán por las riadas de esta
primavera, por lo que el viaje duró un poco más de lo previsto.
Bastante tráfico a las casi diez de la mañana ya que el
primer tramo de la carretera es común para llegar a los lugares indicados
antes. Por suerte gran parte se desvió hacia el Hospice de France y el Valle de
Lys.
También hay algún tramo en obras por las mismas riadas de
primavera, aunque con la bici, ya se sabe, no hay retención ni semáforo que
valga. La carretera sube ya de valiente desde un principio ya que cruza primero
el torrente de La Pique y después sigue el curso del Lys, y como no hay lazadas hay
tramos duros, aunque por suerte no son muy largos.
Llegados al desvío del Valle de Lys empieza propiamente el
puerto, si es que se pude calificar así, con unas cuantas lazadas de gran
belleza ya que tenemos de repente a la vista algunos de los espectaculares tres
miles de la cadena fronteriza: el Quayrat, el Lezat y los
Crabioules. Esto, acompañado de un día espectacular, sin una nube, y todo de un
verde primaveral gracias a que esta siendo un verano bastante lluvioso, aunque
por este lado del Pirineo siempre lo es más.
Punto en que se separa la carretera que va al valle de Lys
Punto en que se separa la carretera que va al valle de Lys
La subida hasta los 1.800 m. es durilla, con mucho tramo al 9-10% e
incluso puntualmente más. La carretera está perfecta, es muy ancha y el tráfico
bajo, a pesar de ser agosto. Una ascensión perfecta. Y el escenario…impresionante.
Panorama a media subida
Panorama a media subida
A medida que se gana altura van apareciendo más y más
montañas. Toda la cadena fronteriza se muestra en su magnitud. Aparecen el Boum
y el Maupas, con su glaciar moribundo, pero fotogénico este año gracias a la
mucha nieve que nos trajo la primavera.
Final a la vista, panorama ya inmenso
Final a la vista, panorama ya inmenso
La ascensión finaliza en esa gran plataforma (en realidad un gran parking) donde se halla la estación de esquí y ese gran hotel decadente, el Grand Hôtel de Superbagnères, inaugurado en 1922, un edificio construido en el estilo de la Belle Époque y que se divisa desde todas esas cumbres que están a la vista y que he subido (y escalado en algún caso) en su mayor parte. Difícil es encontrar una que no hayan hollado mis lindos pies. Después de tantos años de verla en la lejanía por fin he estado en Superbagnères. ¡Quien me iba a decir que lo haría subiendo en bicicleta!
La plataforma de la estación, con el hotel y los bares.
Luchon desde Superbagneres
Hay dos bares con terraza y sombrillas abundantes donde
tomarse algo fresquito en premio al esfuerzo, mientras se contempla el espectáculo (ahora añadiendo el macizo de la Maladeta),
y en mi caso me dejaba llevar por los recuerdos: el Lezat en solitario, los Crabioules con Xavi, el Boum con Alberto, el Salvaguardia dos veces, el Mall
Plané, el Maupás, escalado por la arista este con Gustavo y Mariano, el
Perdiguero en solitario, muy joven, el Fouillouse con Cecilia Bardají y Ribera,
y toda la Maladeta. Todas las cumbres de este macizo que podían verse (unas
quedan ocultas por la cumbre de la Maladeta y otras por el Aneto) las he
subido: el Aneto, la Maladeta, los tres occidentales, el diente de Alba (y la
muela) y el Pico de Alba.
Desde aquí puede comprobarse el efecto de perspectiva que hace que la cumbre de la Maladeta parezca más alta que el Aneto y por eso, durante mucho tiempo, se creyó que era la cima más alta del Pirineo. Lógico que desde aquí partieran las primeras ascensiones al macizo, ya que desde España no hay pueblos desde donde se vea el macizo con una cierta proximidad.
Desde aquí puede comprobarse el efecto de perspectiva que hace que la cumbre de la Maladeta parezca más alta que el Aneto y por eso, durante mucho tiempo, se creyó que era la cima más alta del Pirineo. Lógico que desde aquí partieran las primeras ascensiones al macizo, ya que desde España no hay pueblos desde donde se vea el macizo con una cierta proximidad.
Me puse el cortavientos para bajar y el descenso fue
sublime. Con una carretera así y tan poco tráfico uno siente la tentación de dejarse
llevar a tope, pero no pasé de 60
km./h.
Llegué a Luchon y tenía un hambre canina e hice lo que nunca
había hecho antes: irme a un restaurante a recuperar fuerzas. Así que me di un buen
paseo en bici por la city comprobando que el turismo está cada vez más ausente en esta
villa. En el paseo principal, Alleés d’Etigny, el único que muestra un poco de vidilla, esquina con Víctor Hugo, donde hay una placa que recuerda la estancia de este novelista/dramaturgo/poeta/viajero/dibujante en Luchon (Victor Hugo escribió un libro sobre un viaje a los Pirineos -y
a los Alpes- en 1843), me zampé un plato de spaghetti a efectos de llenar el agotado
depósito de carbohidratos. Eran las 13 h. y ya se sabe que aquí los horarios
son otra cosa. A las 14.04 llegaron unos españoles y los propietarios con gran
alegría les dijeron que “je sui désolé”
pero está fermé. Otro mundo.
Placa que recuerda la estancia de Víctor Hugo en Luchon
Placa que recuerda la estancia de Víctor Hugo en Luchon
Sin darme respiro me monté en la bici de nuevo y me fui para
el Portillón. La verdad es que no me había mirado las altimetrías de ambos
puertos, y por lo tanto no sabía lo que me esperaba. Y desde el coche (había
pasado esa misma mañana por el Portillón, una vez más) no supe ver que la
vertiente francesa es mucho más dura que la española que subí el verano pasado. Basta ver la altimetría y
comprobar que los 10%, e incluso más, abundan. En un tramo muy duro pensaba que
la digestión, el esfuerzo previo en Superbagneres o las vacaciones por la costa
gaditana (desentrenándome) me estaban jugando una mala pasada, pero la realidad
es que el nuevo aparato que llevo (un potenciómetro, del cual ya hablaré largo
y tendido) marcaba 14%. Duro de verdad (y encima con el solazo, como el año pasado en el Marie Blanque).
Desde el Portillón puede verse donde queda Superbagneres.
En el Portillón. Como puede verse en las fotos estreno equipación (Saxo Bank) de un equipo que tiene los días contados.
Desde el Portillón puede verse donde queda Superbagneres.
En el Portillón. Como puede verse en las fotos estreno equipación (Saxo Bank) de un equipo que tiene los días contados.
Terminé la jornada recogiendo a un chaval que hacia dedo a
pie de puerto. Iba a Bossost (primer pueblo español al bajar el puerto) con el único
objetivo de comprar tabaco a mansalva y revenderlo en Luchon entre sus amigos y
así sacarse una pasta. Era del mismo Luchon y no dejó de sorprenderme, a pesar
de su juventud y de ser extranjero, el conocimiento que tenía de lo que está
pasando en España, Bárcenas incluido.
No ha finalizado muchas veces el Tour una etapa en lo alto de Superbagnéres. Lo hizo en 1965 con Bahamontes ganando una cronoescalda empleando 47 min. y 23 seg. en completar la ascensión. También Hinault venció en una cronoescalda a dicho puerto empleando 53 min. y 59 seg.
Superbagnères en 1001 puertos
No ha finalizado muchas veces el Tour una etapa en lo alto de Superbagnéres. Lo hizo en 1965 con Bahamontes ganando una cronoescalda empleando 47 min. y 23 seg. en completar la ascensión. También Hinault venció en una cronoescalda a dicho puerto empleando 53 min. y 59 seg.
Superbagnères en 1001 puertos
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